Por Manuel Zepeda Ramos
A la memoria de Shinzo Abe, ex primer ministro del Imperio del japón, asesinado en un mitin por un exsoldado japonés.
I
Cuando en octubre de 1978, en el maravilloso edificio Carolino de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, las universidades e institutos de enseñanza superior de México aprobaron en el seno de la ANUIES el que la divulgación del conocimiento formara parte fundamental de la tercera función sustantiva de las universidades e institutos superiores de nuestro país: la difusión de la cultura, enloquecí. Significaba el nacimiento formal de la divulgación de la ciencia en las casas de educación superior. De inmediato me tiré a la tarea de escudriñar cómo poder hacerlo en la Universidad Veracruzana. Pronto tuvimos resultados. Hicimos una reunión nacional acerca del sentido de la difusión cultural en las universidades; la SEP nos donó un equipo completo de radio difusión de 10 mil watts de potencia, de vanguardia; el Consejo Universitario aprobó la creación del Instituto de la Comunicación adonde funcionaría la nueva radio; el centro de estudios de opinión; la revista Extensión que pergeñaría una escritura que lograra vulgarizar el conocimiento para el entendimiento de las mayorías; el departamento audiovisual y el departamento de diseño gráfico. Avanzamos y muy pronto empezó la producción, en serio, de programas radiofónicos para divulgar el conocimiento y la revista Extensión a publicar artículos al respecto sobre temas que deberían interesar a Veracruz.
Recuerdo como si fuera ayer una espléndida entrevista en la revista Extensión y producida después en la ya en funciones radio universidad Veracruzana -XERUV-, a don Alfonso Medellín Zenil, fundador del Museo de Antropología de la UV y de su Instituto de Antropología. En esa entrevista, don Alfonso denunció valientemente la destrucción que ya había causado el gasoducto que habría de llevar gas desde Cactus, Chiapas a Reynosa, Tamaulipas, que el gobierno de José López Portillo construía para exportar gas a Estados Unidos, en aquella locura que habría de llevarnos a la ruina como nación por el solo hecho de mal «administrar la abundancia». En esa entrevista, Medellín Zenil se lamentaba de la destrucción de cientos de yacimientos arqueológicos conforme avanzaba la excavación a lo largo de las culturas del golfo y el mercado negro de la venta de las piedras labradas bien cortadas, milenarias, que ahora se usaban para hacer nuevas viviendas a lo largo del estado.
II
Cuando el presidente López Obrador anunció la construcción del Tren Maya para mover a millones de turistas que llegan de todo el Mundo a la península de Yucatán y que este tren llegaría hasta Palenque, Chiapas, volví a enloquecer. De inmediato escribí un artículo en donde invitaba a mis paisanos palencanos a movilizarse, desde ahora, en la preparación profesional de los prestadores de servicios turísticos que habrían de servir en los hoteles, restaurantes y agencias de viajes para esperar, bien formados, al arribo del Tren Maya a esa maravillosa Ciudad Estado llena de turistas ávidos de saber más acerca de las tres ciudades estado del primer Imperio Maya. El aeropuerto, decía, ahora si va a ser un punto principal de llegada y salida del turismo mundial que viajan por millones por motivos culturales. Sigo pensando que, con el tiempo, ese Tren Maya se habría de extender hacia todo Veracruz, hasta el Tajín, para cerrar la pinza turística cultural que unificara permanentemente la conexión de los dos Imperios Mayas con las grandes Culturas del Golfo. Sueño válido y factible.
Todo era miel sobre hojuelas. Proyecto congruente: el tren habría de correr en las vías centenariamente pre consolidadas del tren hecho por Porfirio Díaz, lo que facilitaba y aligeraba los tiempos de construcción. Solo quedaba pendiente la desviación a Kalakmul y a los hoteles que habrán de construirse, distante en poco más de 40 kilómetros de la troncal vial, que podría hacerse en vía férrea o bien en carretera, para darle acceso a los turistas a esa zona arqueológica tan importante, que se transportarán en automotores.
Pero empezaron las visitas presidenciales de supervisión de la obra y los banderazos de arranque y toda la cosa, de las locomotoras que todavía no iban a ningún lado, con mañanera incluida obligatoria. Pero lo más preocupante: cada visita agregaba cambios de ruta que alargaban los tiempos del proyecto. Eso trajo como consecuencia que las fechas previstas de inauguración se fueran acortando y que las constructoras empezaran a pasar aceite al poner en riesgo los tiempos de entrega. Poco a poco, los cambios de rutas empezaron a inundar a toda la península que las cruzaban y volvían a cruzar, en todos lados y, a la selva y su memoria, le empezó a llegar la crisis.
No me voy a detener en el gran problema político que significó la presencia de los conservacionistas que argumentaban razonamientos lógicos y valientes al gran problema que eso significaba. El cuidado del medio ambiente y el gran problema del subsuelo peninsular lo dejaré para la segunda parte.
III
El Instituto Nacional de Antropología e Historia y su encargado de cuidar la memoria histórica de la península -o algo así-, Manuel Eduardo Pérez Rivas, soltó la bomba que muchos ya esperaban. Partes de la selva a donde pasan las rutas del Tren Maya, el tramo 5 sur especialmente, tiene más de 2300 monumentos arqueológicos, fundamentales para escudriñar la memoria histórica de la presencia maya en la península desde hace cientos y miles de años, sumamente importante para saber de qué estamos hechos y de dónde venimos. De esos 2300 monumentos arqueológicos, cinco de ellos poseen un valor excepcional, de infinita importancia para nuestra memoria nacional. Imagínese. Hoy, el Instituto Nacional de Antropología e Historia está trabajando a marchas forzadas en los tramos seis y siete. Hay pues, un trabajal inmenso por hacer en asuntos de recate histórico en esta gran obra que ya ha dado mucho de qué hablar.
En la parte dos, intentaré escribir sobre otra variable fundamental en este galimatías que ya ha metido a todos los mexicanos en su observancia: el suelo y el subsuelo de la península. Mientras, los amparos no se han hecho esperar y ya han parado tramos en construcción. El ejército mexicano ya está listo para continuar la construcción de esta gran obra de ingeniería. Veremos cómo se va desenvolviendo.
Este es un gato con los pies de trapo y los ojos al revés: ¿Quieres que te lo cuente otra vez? -mi mamá me lo decía cuando era niño-.
Nos vemos en la segunda entrega.