El padre José Luis Segura narra que en plena misa, delincuentes ingresaron al templo y lo amenazaron
Agencia Excélsior
José Luis Segura Barragán, sacerdote responsable de la Vicaría fija del Sagrado Corazón de Jesús, asentada en la Loma, Jalisco, y que pertenece a la Diócesis de Apatzingán, Michoacán, denunció que el 22 de julio pasado un grupo de personas armadas irrumpió en la capilla de Zipoco, municipio de Santa María del Oro, donde oficia misa, y lo amenazaron.
En una carta dirigida a los fiscales general de la República, Alejandro Gertz Manero, de Jalisco, Luis Joaquín Méndez, el párroco expuso el hecho.
En entrevista para la Primera Emisión de Imagen Informativa, el sacerdote aseguró que las amenazas contra los párrocos en la zona es algo que “aguantan”, pero destacó que el objetivo de su denuncia es dar a conocer el poder con el que se sienten los delincuentes al grado de invadir capillas en plena celebración de la Santa Misa.
“El problema no es mi seguridad, porque los sacerdotes de aquí siempre estamos amenazados de una manera discreta, a veces públicamente, pero eso lo aguantamos, lo que yo quiero denunciar es la invasión a la capilla estando en la celebración de la Santa Misa, por eso platiqué con el obispo. Lo importante es ver la gravedad de la jactancia, y según ellos, el poderío. Por eso estoy haciendo esta denuncia, porque se han dado atropellos en las capillas, pero los sacerdotes tienen miedo a decirlo y con toda razón”.
El religioso dijo que nunca le había pasado que hombres armados entraran a una capilla en plena misa. Refirió que durante la lucha entre diferentes grupos delincuenciales de la zona, las iglesias sirvieron de barricada.
“Lo de entrar en plena misa no, apoderarse de capillas y hasta guardar mariguana o armas en esta lucha de Los Jaliscos contra Los Viagras, El Abuelo, ahí sí las capillas sirvieron de parapeto, les robaron cosas, profanaron el Santísimo, pero nunca habían entrado a una misa armados y, sobre todo, para hacer que la gente se hiciera mal”.
Aseguró que la estrategia de “abrazos no balazos” del gobierno federal no es eficaz, porque los homicidios no cesan y las víctimas no obtienen justicia. Acusó también que las fiscalías estatales están coludidas con el crimen organizado,
“Han asesinado a muchas personas y no hay justicia, precisamente, ha fallado esa forma de dizque trabajar, porque acá no hay ley, desaparecen personas, matan, roban y no puedes acudir con nadie, las fiscalías estatales están amafiadas con los criminales, el Ejército y demás elementos de seguridad no pueden hacer nada porque por esa cosa de los abrazos y no balazos no pueden intervenir de ninguna forma para ayudar a los civiles”.
Ante el asesinato en últimos dos meses de dos sacerdotes jesuitas en la Sierra de Chihuahua y la agresión a balazos a un sacerdote en Chilapa, Guerrero, José Luis Segura admitió que la seguridad de los clérigos depende de la voluntad de los criminales.
“La seguridad depende de la buena o mala voluntad de los grupos armados, porque ellos son los que determinan si algún sacerdote es amable con ellos o no, se trata de no decir nada, ignorar todas las fechorías, eso sería no meterse con ellos”.
Denunció que en Michoacán no hay Estado de derecho, pues la entidad es una fosa clandestina.
“Las policías municipales no sirven para nada porque, o son inútiles o cómplices de la criminalidad, los presidentes municipales fueron impuestos por los narcos en las votaciones anteriores, todos los de Michoacán, incluso al gobernador (Alfredo Ramírez) Bedolla, por lo tanto, estamos peor que con Silvano (Aureoles), porque el crimen y las autoridades municipales y estatales están más coludidos. Tiene la gente que entender que aquí no hay Estado derecho. Acaban de encontrar en Uruapan, en una fosa clandestina, a 12 personas, de las que ya identificaron cuatro, pero aquí en Michoacán es una fosa clandestina total”.
Destacó que su labor como sacerdote es defender a los fieles y por eso, dijo, expone estos temas abiertamente, a pesar de que está consciente del peligro que representa.
“Alguien, un sacerdote, tiene que empezar a tratar estos temas abiertamente, sabiendo a qué se arriesga y también enfrentando lo que venga, pero no es valentía, es parte del ministerio sacerdotal, defender las cosas de Dios, a los fieles”.