La FILU rendirá en Xalapa un homenaje al escritor y presentará una novela inédita y un título de cuentos
Agencia Excélsior
Tiempo de compartir un legado. Este 2022, que se conmemora el centenario del natalicio del escritor Jorge López Páez (1922-2017), su biblioteca pronto podrá ser consultada, las 90 cartas-dibujos que le regaló el artista plástico Juan Soriano serán donadas al Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM y la Facultad de Filosofía y Letras de esta casa de estudios, donde el narrador dio clases durante 35 años, custodiará la medalla de oro que recibió como Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2008.
Víctor Balvanera, albacea y amigo del autor que perteneció a la llamada Generación de Medio Siglo, comenta en entrevista con Excélsior que le acaban de avisar de la Biblioteca de México, donde donó los libros de López Páez en 2019, que ya terminaron de clasificar los 2 mil 123 títulos y que los pondrán para su consulta en un lugar amplio. “Y estamos esperando que la UNAM termine con los trámites de aceptación de la donación de la medalla y las obras”.
Pero, entre tantos cambios, quien conoció al novelista y cuentista en 1971 conserva intacto el departamento de la colonia Juárez donde éste vivió durante 35 años, ubicado en un pequeño penthouse con jardín incluido.
Los muros de la sala exhiben aún el título que comprueba que López Páez era abogado por la UNAM, “por si alguien lo duda”, decía; además de diversos diplomas, premios como el Xavier Villaurrutia y el Mazatlán de Literatura y una fotografía con su pastel que festejaba sus 94 años.
Le gustaba mucho su casa. Aquí escribía, aprendía griego, leía y tocaba música. Le gustaba invitar a sus alumnos, al final de cada semestre, a comer y a convivir aquí. He conservado todo igual, salvo una pintura de Soriano que vendí para enfrentar los gastos después de su muerte”, confiesa Balvanera, quien ofrece un recorrido por los rincones preferidos del veracruzano que nació el 28 de noviembre de 1922.
En la recámara, que alberga el piano en el que al autor de El solitario Atlántico (1958) y Los invitados de piedra (1962) le gustaba tocar a Schubert, lucen los 90 cuadros en pequeño formato que enmarcan los dibujos eróticos y las misivas y recados que Juan Soriano le enviaba des- de diversos países.
Los libreros del estudio muestran la obra completa del autor de Doña Herlinda y su hijo y decenas de revistas donde publicaba cuentos y artículos; una silla apila una decena de las boinas que le gustaba usar; y mesitas y paredes comparten sus colecciones de búhos y platos de cerámica, entre otras.
Todo crea la ilusión de que el autor de unos 20 títulos aún lee en la banca azul con adornos amarillos que se trajo de Palermo (Italia), ubicada en medio del jardín de cactáceas que él mismo cultivó.
Él sigue presente y vigente a través de su obra. Sería fantástico que se reeditara toda su producción, para que llegue completa a las nuevas generaciones”, destaca su albacea.
Mientras, los homenajes para revalorar el legado de López Páez comenzaron en marzo en la FIL del Palacio de Minería y continuarán el 7 de septiembre en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU), que se realizará en Xalapa del 2 al 11 de septiembre organizada por la Universidad Veracruzana, y cuyo programa con Chile como invitado se detalló anoche.
Entre los festejos destacan la publicación por parte del Instituto Veracruzano de Cultura de la novela inédita Clara Deschamps Escalante y la presentación del libro de cuentos de temática gay Sin ganas en Ghana y otros relatos, añade Balvanera.
Adelanta que el escritor centenario también recibirá homenajes en la FIL de Monterrey en octubre, y por parte del INBAL el 22 de noviembre, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Destaca una mesa redonda y un conversatorio virtuales, organizados por Jorge Antonio Muñoz, en la UNAM, donde participarán varios de sus alumnos o discípulos más cercanos, el 7, 14, 18 y 28 de noviembre, cerrando el día del cumpleaños 100 de López Páez.
Hay mucho por descubrir en su obra y no hay que descartar las sorpresas”, concluye don Víctor.