domingo, noviembre 24, 2024

Musas de agobio y violencia; poetas jugaron con el doble sentido y un lenguaje libertino

Una antología reúne textos de grandes trovadores que reflejan la sociedad de los siglos XVI y XVII

Agencia Excélsior

La Inglaterra de los siglos XVI y XVII, a pesar del florecimiento cultural alcanzado durante el reinado de Isabel I (1533-1603), no escapó de la violencia, no sólo social, sino amorosa y sexual, y de esto dan cuenta sus grandes poetas, afirma en entrevista con Excélsior el escritor y traductor Víctor Manuel Mendiola.

Bardos como William Shakespeare, sir Walter Raleigh, Philip Sidney, Thomas Wyatt, lady Mary Wroth, Edmund Spenser, Christopher Marlowe, Mary Sidney, John Donne, Ben Jonson y la propia reina Isabel I echaron luz a la forma de vida y de sentir durante el periodo isabelino.

La idea es “despertar el interés en muchos poemas que son bellos y que son, al mismo tiempo, inquietantes porque rayan en el agobio e incluso en la violencia”, comenta Mendiola sobre la antología bilingüe Violencia e inmensidad en los siglos XVI y XVII (El Tucán de Virginia), que se presentará el 18 de abril, a las 19:00 horas, en la Casa del Poeta Ramón López Velarde.

El también traductor de los más de 100 textos de 14 poetas reunidos, y autor del ensayo que abre el libro, agrega que la idea es ofrecerle al lector mexicano una antología poética que no encontrará fácilmente.

Un libro de esta naturaleza, con estos poetas y estos poemas, composiciones con un lenguaje maravilloso, debería estar al alcance del lector hispanoparlante. No existe algo parecido y, si lo hay, es más pequeño o no se reedita desde hace tiempo”, añade.

Tras un intenso trabajo de diez años de búsqueda y lecturas, el editor descubrió, cuenta, que los vates ingleses de ese momento histórico, hombres y mujeres, poseían tal libertad y riqueza en el lenguaje que la vigencia de su obra es absoluta.

Cuando lees esta poesía te encuentras que hay mucha violencia, basta leer a Shakespeare. Pero, a la vez, todos los textos tienen una profundidad humana y una visión del amor muy singular”, añade.

El encarcelamiento de Wyatt en la Torre de Londres, la participación de Spenser en la matanza de Smerwick, la muerte de Sidney en la batalla de Zutphen y el asesinato de Marlowe en una posada de Deptford son indicios del clima arrebatado y peligroso de la época y nos dejan entrever la atmósfera en que fueron escritos estos grandes poemas”, explica.

Dice que estos autores representan, si no la única imagen de su tiempo, sí el mejor retrato de aquella época. “Son, a la vez, una luz que aclara, de manera sorpresiva y contradictoria, nuestra hora actual. La exploración del yo es una constante, temas como la ausencia, la soledad y el sueño están presentes”.

Mendiola aclara que no encontró diferencia entre las voces femeninas y la de los varones. “Por ejemplo, los poemas de lady Mary Wroth guardan una simetría con los de su tío, Philip Sidney; pero los de ella tienen un grado de pasión inmenso. Vale la pena leerla con cuidado y creo que con el tiempo cobrará un valor mayor”.

El compilador destaca el hecho de que la reina Isabel I escribiera poemas, de los que incluye tres en la antología, La consolación de la filosofía, ¡Ah, tonto perro, ¿estabas muy nervioso? y La duda de futuros enemigos. “Era una mujer culta e inteligente, hablaba el latín, podía conversar bien y amaba la literatura”.

También, prosigue, llama la atención la maestría de Shakespeare. “Sus sonetos son de una originalidad aparte, los escuchas y los identificas inmediatamente; se caracterizan por su libertad, su naturalidad y la música que imponen.

Si tomas los sonetos de Shakespeare, o los de Donne o Marlowe, y los comparas con los de Sor Juana Inés de la Cruz, resulta que son de la misma magnitud. Aunque salta una diferencia: en términos de sexualidad son más libres los de los ingleses. Es natural, pues ella era una religiosa”, indica.

Concluye que es sorprendente que el lenguaje amoroso de estos poetas isabelinos es de nuestra época. “Encuentras libertad, agudeza, juegan con el doble sentido y exploran un lenguaje libertino y atrevido”.

Víctor Manuel Mendiola señala que se atrevió a realizar una traducción que permite “un tránsito de significados, de sentidos y de sonidos, donde una lengua obliga a que adquiera una nueva forma”.