martes, diciembre 3, 2024
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ENTRELÍNEAS | Marcaron las reglas

Entre los principales acuerdos se encuentran que deben renunciar o solicitar licencia a sus cargos máximo el próximo viernes 16 de junio

Por Jorge Ceballos

En teoría no debe existir fracturas al interior de Morena una vez que se dé a conocer el nombre de quien será la candidata o candidato a la presidencia de la República. Los cuatro militantes del partido gobernante y los dos externos firmaron un documento para garantizar la unidad ¿pero bastará ese documento para mantener en calma a quienes no se vean favorecidos con el resultado de las cinco encuestas que se realizarán?

El oficialismo ya cuenta con fecha para conocer el nombre de la persona que contenderá en las elecciones presidenciales del primer domingo de junio de 2024. Durante la sesión del Consejo Nacional de Morena celebrada ayer en la capital del país, se tomó el acuerdo de que el miércoles 6 de septiembre se dará a conocer el nombre de quien representará a Morena en la búsqueda de suceder a Andrés Manuel López Obrador.

Los seis que intentan agenciarse la candidatura del movimiento de la Cuarta Transformación posaron para las fotos, vitorearon la palabra unidad, sin embargo, quedan dudas porque es más que seguro que alguno de los contendientes pueda quejarse si los resultados no le son favorables, lo que generaría fricciones y desencuentros, a pesar de que las reglas estén marcadas y sobre todo, aceptadas por todos.

En el grupo de esos seis contendientes hay dos personajes que sin dudar acatarán el resultado por muy adverso que ese pueda ser: Claudia Sheinbaum Pardo y Adán Augusto López Hernández, y asumirían un papel institucional por lealtad y compromiso con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ahora, habrá que ver y seguir de cerca los comportamientos de Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña, porque en ellos puede surgir el inconforme y el que trate de pulverizar esa unidad que tanto pregonaron ayer.

Por el lado de Manuel Velasco Coello, por más que sus seguidores quieran meterlo en el plano de gran demócrata y hombre con todas las posibilidades de lograr la candidatura, simplemente el exgobernador de Chiapas está en el papel de aspirante presidencial por su ambición de negociar posiciones para él y para su equipo cercano, sin embargo, no se puede descartar que en una de esas de igual forma busque fraccionar el dichoso pacto de unidad, tan solo hay que recordar su proclividad a incumplir acuerdos y dinamitar alianzas.

De querer trascender en el firmamento político del país, nadie en su sano juicio podría ni siquiera pensar en convertirse en el Judas del proceso interno de Morena y aliados. A ninguno le conviene entrar en controversias y afectar la salida de Andrés Manuel López Obrador del poder. Aunque a muchos les irrite el presidente de México será determinante para que cualquiera que resulte electo candidato, sea el próximo jefe del Ejecutivo federal. Así que a ninguno de los seis les convendrá tomar distancia del tabasqueño.

Ahora conocidas las reglas de la sucesión en Morena, es más que seguro que en Chiapas seremos bombardeados con publicidad electoral de todos los que aspiran por ese partido, publicidad que al final se traduce a utilización de recursos económicos que hasta ahora no han transparentado de ninguno de los equipos.

¿Y lo local?

Bueno y ya una vez conocida la fecha y además, ratificar el método por el que habrá de elegirse el abanderado presidencial, surge la interrogante ¿Cuándo en Chiapas la dirigencia o el Consejo Político saldrá de su letargo y fijará las reglas del juego?

En nuestra entidad luce más que complicado el asunto porque ya existe una actitud injerencista de personajes ligados a otros partidos políticos, los cuales un día sí y el otro también dan madruguetes a la dirigencia de Morena, la cual por momentos se nota más inmersa en la realización de actos multitudinarios en lugar de llamar a la civilidad política o bien, ir delineando la ruta a seguir.

Y vaya que, si hablamos de actitudes injerencistas, se tiene que voltear a ver el accionar de Luis Armando Melgar Bravo, quien en un evento que encabezó en Tapachula con motivo de su informe legislativo, aseguró “que en el 2024 en Chiapas Morena y el Verde serán gobierno, y le pondrán en su madre a todos”. Dejando de lado el lenguaje folclórico del legislador, se tiene que analizar que ya da por un hecho la alianza electoral.

Llama la atención el discurso adoptado por Melgar Bravo, porque apenas en febrero aseguró que el PVEM no necesita vejigas para nadar, lanzando la contundente amenaza de que derrotarían a Morena en la entidad, pero dando muestras de que es como La Chimoltrufia que a como dicen una cosa dice otra, ahora le da por adelantar una alianza electoral.

Y es precisamente en este tipo de situaciones en la que la dirigencia estatal de Morena está siendo permisiva. Carlos Molina está permitiendo que le marquen la agenda desde el PVEM, lo que al final de cuentas no debería permitirlo. Porque Melgar Bravo debe entender que su partido en la entidad representa a la oposición, pero, sobre todo, lo primero que debe de tener es un poco de congruencia.

Ahora bien, es casi seguro que, si la dirigencia comienza a sostener encuentros con los aspirantes o realizar llamados a la civilidad, la militancia de Morena le reconozca el accionar, porque desafortunadamente el mensaje que se envía es que hay poco interés en comenzar a marcar la ruta a seguir… Hasta la próxima.