La obra de gran formato Inclusión se exhibe en el Museo de la Cancillería; viajará a Guatemala, Francia e India
Agencia Excélsior
Un mural que apuesta por la inclusión latinoamericana, más allá de razas y culturas, y que posa la mirada en los héroes anónimos de nuestro tiempo. De eso trata Inclusión, obra de gran formato del artista guatemalteco Christian Escobar, inaugurada la tarde de ayer en el Museo de la Cancillería y que permanecerá expuesta hasta el 10 de noviembre para luego retornar a Guatemala y, posteriormente, ser llevada a la India y Francia.
“Quería hacer un mural que hablara sobre la diversidad en la sociedad, es decir, que represente el hecho de que no somos iguales y de que si entendemos que somos distintos y abrazamos esa idea, será posible aprender a respetarnos y a convivir en la diferencia”, comentó el artista plástico en entrevista.
Admirador del trabajo de David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, Escobar señaló que se inclina por el trabajo del claroscuro y que en esta primera visita a México trae la pieza que antes presentó en la Bienal de Venecia de 2022, elaborada con una narrativa que se concentra en los héroes anónimos de la tradición latinoamericana.
“Esta pieza también representa el presente, el pasado y el futuro y en el eje central quise destacar el tema de la maternidad y de la familia, que deben ser el eje principal, porque a partir de ahí todo se crea. La mamá está viendo a su hija: a ella sólo le interesa proteger a su bebé, mientras que la niña, ubicada al centro del mural, es el único personaje que te mira de frente, porque la infancia siempre nos está observando”, abundó.
Una imagen peculiar de la pieza es un cráneo dorado que se ubica a un costado de la madre, el cual representa el memento mori, dijo Escobar, “un símbolo de la época barroca que nos recuerda la mortalidad del ser humano, que habla del presente y de estar conectados con el ahora”, aunque también es la representación simbólica del propio artista.
A los costados, Escobar recrea a la madre naturaleza y la conexión de la humanidad con la tierra y las raíces indígenas, a partir de dos mujeres que portan atuendos mayas que provienen de la colección de un acervo museográfico en Guatemala.
En un segundo plano aparece el caballero jaguar en movimiento, que representa al Sol y a Xbalanqué en el Popol Vuh. “Para los mayas el movimiento es vida y la quietud es muerte; por eso tiene ese movimiento”. El artista incluyó representaciones humanas de la alegría de vivir, del obrero, la fe, el pasado y el futuro y dos personajes que asemejan a los héroes griegos.
¿Cuál fue la idea central de esta pieza? “Quise mostrar la diversidad latinoamericana. Somos una mezcla de muchas culturas y razas; sobre todo, que cuando veas el cuadro te recuerde a un amigo, a un familiar, es decir, que tengas esa familiaridad por los personajes y que sientas que la obra es tuya porque no se trata de personajes falsos ni
de revista”.
Escobar insiste en que es afecto a la figura humana y que a lo largo de su obra abunda en temas como el presente, los cráneos y otros temas. “Cuando toco temas sociales no me gusta criticar, prefiero proponer soluciones y explorar asuntos como la conservación animal, el buen ejemplo para la niñez y otras cuestiones filosóficas ligadas a la muerte, pero más allá de la tragedia, porque prefiero ser un mensajero de lo positivo”.
Por último, habla sobre su conexión con los muralistas mexicanos. “Soy un gran fan de los muralistas mexicanos y para mí exponer aquí es un orgullo. Me encantan Siqueiros y Rivera por esa fuerza y esos choques de mensajes y de energía, así como sus mensajes sociales que marcan puntos históricos”.
¿Qué es para usted el muralismo? “Sigue siendo el tema de enviar un mensaje social, es una expresión de emociones y sentimientos que va muy acorde al panorama social de la época. En este caso yo quise demostrar que si trabajamos en equipo podemos mejorar como sociedad, porque la diversidad es algo que tenemos que tomar como propia”.
Finalmente, Christian Escobar indicó que ya trabaja en su segundo mural: un tríptico que evocará el choque de fuerzas entre el bien y el mal que titulará Xibalbá a partir de sus reflexiones pictóricas sobre el Popol Vuh.