El Museo de Guadalupe, en Zacatecas, exhibe una serie de piezas del siglo XVIII que reflexiona sobre la historia del culto a la Virgen de los Dolores
Agencia Excélsior
Concebida como una reflexión histórica sobre el culto y la devoción de la Virgen de los Dolores en el norte novohispano, abre la exposición temporal Altar de Dolores, en el Museo de Guadalupe, en Zacatecas, con una serie de obras poco conocidas de su colección, que datan del siglo XVIII.
“Las piezas del altar pertenecen al museo, salvo una pequeña escultura de la Virgen de los Dolores, que es una escultura de media talla, es decir, que sólo es del busto para arriba y las manos, que pertenece a los franciscanos de Guadalupe, quienes cada año nos prestan una imagen diferente”, comentó a Excélsior Evaristo Robles, curador de la muestra.
Esta imagen, aseguró, es peculiar, porque data del siglo XVIII y es la que los frailes de Guadalupe utilizaban en sus misiones en el norte del territorio, específicamente en el sur de Texas.
“La pieza principal, —apuntó— es un óleo sobre tela de Juan Nepomuceno Figueroa, que emula la piedad de la Virgen después de que bajan el cuerpo de Cristo; digamos que es la escena que acompaña a María en su dolor y la imagen tiene una daga que parece atravesarle el corazón”.
Junto a ella yacen los instrumentos de la pasión: los clavos, una corona de espinas y un lienzo blanco con el que envuelven el cuerpo.
“También incluimos el óleo de un Jesús azotado, aunque esa pieza no era originalmente del colegio, sino que formaba parte de los bienes incautados a los jesuitas tras su expulsión”, por lo que provenía del Antiguo Colegio de San Luis Gonzaga, pero sería trasladada al museo en el siglo XIX.
Otra pieza destacada, de las 10 que conforman la muestra, es un óleo sobre tela de gran formato donde se puede apreciar un Jesús con la cruz a cuestas, así como tres figuras de un viacrucis en donde aparece la Virgen María acompañando a Jesús.
Así como el óleo de un Divino Rostro de finales del siglo XVIII, aunque el autor no ha sido identificado; una imagen de la Dolorosa en pequeño formato, entre otras obras.
Sobre la pieza de Juan Nepomuceno Figueroa, Evaristo Robles aseguró que se trata de un óleo de 1784, “aunque de él es la única pieza que tenemos en el Museo de Guadalupe”.
Además, el historiador reconoció que Juan Nepomuceno Figueroa “es uno de estos artistas que están un tanto diluidos u opacados por figuras más prominentes, como Cristóbal de Villalpando y Miguel Cabrera.
“Sólo sabemos que nació en la primera mitad del siglo XVIII, que murió entre 1790 y 1810, que su obra está muy dispersa en Guadalajara, San Luis Potosí y Querétaro, y que es un pintor poco estudiado por la academia”, aseveró.
Colección
El Museo de Guadalupe, ubicado en Zacatecas, es uno de los más antiguos de este país, explicó Evaristo Robles, abrió sus puertas después de la Revolución Mexicana y su acervo se conformó con piezas provenientes del antiguo Ex Colegio de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe, que funcionó desde el siglo XVIII hasta principios del XX.
Cuenta con una colección de 11,000 piezas, entre óleos, escultura, arte plumario y libros de coro, de los cuales se exhiben, habitualmente, cerca de 10,000 obras que abarcan del siglo XVI al XIX.
“La fortuna de este lugar es que muchas de sus piezas permanecen en su sitio original desde el siglo XVIII, y aunque sí han recibido trabajos de restauración —sobre todo en los últimos 20 años— no ha cambiado su ubicación”, explicó.
El museo cuenta con 28 salas permanentes, detalló, “pero los visitantes no se pueden perder la Escalera Regia, donde se exhiben tres pinturas monumentales: Virgen del Apocalipsis y Patrocinio de la Virgen de Guadalupe, de Miguel Cabrera, y El dulce nombre de Jesús de José Ríos Arnáez, que dan cuenta de la generosidad del barroco mexicano.
El museo también cuenta con una serie sobre la vida de San Francisco de Asís y la Sala del Camino Real de Tierra Adentro, que articuló los caminos de la plata desde la Ciudad de México hasta Santa Fe, en Nuevo México.
También tenemos piezas de Nicolás Rodríguez Juárez, en especial San Cristóbal, que es el remate de la escalera regia, pintura que tiene 302 años de existencia y una altura de casi siete metros.
Finalmente, destacó una serie de La Pasión, de José Gabriel de Ovalle, uno de los pocos pintores que vivieron en la ciudad de Zacatecas, quien hizo amistad con los franciscanos de Guadalupe.