Las tutoras del patrimonio cultural inmaterial, además de huipiles, vestidos y blusas, emprenden en nuevos diseños que refrendan la esencia del bordado colorido.
Agencia Excélsior/OAXACA, Oaxaca
En San Antonino Castillo Velasco, localidad ubicada en la región de los Valles Centrales, el amor por los bordados se hereda de generación en generación. Bordar se aprende desde muy temprana edad. Teresita proviene de una familia cuyo linaje de bordadoras comenzó con su abuela; después, ella continúo sola su formación en el bordado, que ha enseñado a las jóvenes de la comunidad zapoteca.
Con el paso del tiempo, Teresita hizo realidad su sueño de tener su propio taller, junto a otras mujeres de la comunidad. En el taller, sus compañeras provistas de telas y multitud de hilos se encargan de bordar los coloridos diseños y, mientras dan forma a las flores, otro grupo hace el deshilado.
A la par, otras féminas tejen a ganchillo las orillas de las piezas. Ya reunidas todas las partes, se cosen para formar las prendas, que se lavan y se planchan antes de ponerlas a la venta. La elaborada confección de estas piezas representa varios meses de trabajo.
El propósito de las mujeres, dicen, es rescatar los detalles florales y las aves en vuelo, componentes iconográficos del bordado de San Antonino Castillo Velasco, sin perder de vista la técnica del plisado y el deshilado previa al bordado que adorna las pecheras de las prendas, llamado en la localidad “hazme si puedes”.
Las tutoras del patrimonio cultural inmaterial, además de huipiles, vestidos y blusas, emprenden en nuevos diseños que refrendan la esencia del bordado colorido.
La sobresaliente labor del taller, liderado por Teresita y sus compañeras del poblado de San Antonino Castillo Velasco, inspiró a la marca mexicana de joyería Tane en su colección Bordados, reconocida como el Mejor Diseño en Plata por su brazalete con detalles únicos, que simbolizan el trabajo de las maestras artesanas de esta comunidad.