martes, junio 25, 2024

Vitaminan el bolsillo con ventas en bazares; precariedad azota a veracruzanos

Ante la complicada situación económica, habitantes han optado por ofertar diversos artículos en pequeños tianguis para completar el gasto familiar

Agencia Excélsior

La situación económica de los veracruzanos ha ocasionado que tengan actividades de comercio informal, que se empleen en trabajos domésticos o que emprendan proyectos como la venta de productos artesanales, que luego son ofertados en bazares organizados.

Mientras que el Consejo Nacional de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reporta una reducción en el índice de pobreza laboral en Veracruz, por primera vez en cuatro años, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo informa que hay una situación precaria entre los trabajadores, porque cada cuatro de 10 veracruzanos tienen ingresos de apenas un salario mínimo que no alcanza a cubrir las necesidades.

Magali trabaja en una dependencia, en el área administrativa, de 8 a 3 de la tarde de lunes a viernes y cuenta con un salario que apenas alcanza a cubrir parte de sus gastos. Quincenalmente gana dos mil 300 pesos y para complementarlos, de 4 de la tarde a 8 de la noche es empleada doméstica, con un salario de mil 400 pesos semanales.

Con lo que Magali gana y lo que genera su esposo como trabajador de la construcción sacan adelante a sus dos pequeños hijos.

En las oficinas públicas, comenta Magali, es común que los trabajadores tengan un comercio subterráneo, el cual, en varias ocasiones, los mandos medios y superiores han intentado suprimir; sin embargo, no pueden desaparecerlo del todo al conocer los motivos que conducen a que hombres y mujeres burócratas oferten desde comida, galletas, alimentos preparados o empacados y hasta refrescos para satisfacer el hambre o la ansiedad.

Van y explican que es porque tienen enfermos en casa, porque son madres solteras o por otros factores y los mandos les piden que sólo no saquen lo que van a vender en horas de trabajo”, explicó.

En las calles, las ventas se han multiplicado y ahora hasta en los corredores de las dependencias públicas hay personas vendiendo desde orfebrería y objetos artesanales hasta libros de segunda mano.

BAZARES, UN ALIVIO A LA ECONOMÍA FAMILIAR

Las dificultades para encontrar empleo han llevado a hombres y mujeres a emprender un negocio familiar o en solitario, que consiste en vender productos cultivados por ellos mismos, como la miel o el café.

También hay los productos confeccionados por mujeres artesanas, como la ropa bordada o los comestibles, como el mole, las frituras, las semillas preparadas, entre otras, además de los juguetes artesanales de madera.

Este tipo de actividades son compartidas en ventas de bazares; en Veracruz han comenzado a surgir los colectivos de comerciantes que cuentan con su producto y su etiqueta y eligen ciertas fechas para conformar un bazar. Se reúnen y contratan o les prestan espacios donde ofertan su mercancía y para atraer a la clientela, contratan animadores o hasta músicos que se suman así a un sector productivo que subsiste con sus ventas.

Hay quienes organizan bazares temáticos: 14 de febrero, 30 de abril, 10 de mayo o el Día del Padre; el día de Muertos o la Navidad. En los últimos bazares, los participantes han mencionado que si bien sacan ganancias significativas, no siempre pueden participar en el mismo proyecto o con el mismo producto y coinciden en que los bazares deben ser un negocio constante o también son fácilmente olvidados.

NO TODA OCUPACIÓN SIGNIFICA EMPLEO

Un reporte del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE), que es dependiente del Inegi, señala que, de noviembre a mayo, Veracruz reportó la apertura de mil 168 nuevos establecimientos y en su mayoría son los denominados changarros.

Sin embargo, la Cámara Nacional de Comercio a nivel estatal ha reiterado señalamientos de que lo que ha crecido a raíz de la pandemia ha sido el comercio informal. Carlos Luna Gómez, presidente de la Canaco-Servytur en Xalapa, explicó que en gran medida obedece a diversos factores, principalmente al terrorismo fiscal y laboral que enfrentan los emprendedores y los pequeños negocios.

Aseguró que muchos emprendedores no están seguros de abrir un negocio y contribuir con impuestos porque hay trabas con el Régimen Simplificado de Confianza (Resico) que está diseñado para micro, pequeñas y medianas empresas, el cual considera complejo y hasta punitivo.

El resultado es que formalmente hay un negocio, pero al recibir los requerimientos de Hacienda optan por cerrarlo y han terminado siendo comerciantes de bazar.

 

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