Conformada por 120 instantáneas, en esta muestra el fotoperiodista integra proyectos que combinan la sabiduría milenaria y la violencia estructural que existe en México
Agencia Excélsior
Imágenes poéticas que condensan y capturan la manera en que la migración, la violencia y el desplazamiento atraviesa el alma de las comunidades más olvidadas y vulnerables. Así podría describirse parte de la obra que el fotógrafo mexicano Yael Martínez (Guerrero, 1984), ganador del World Press Photo (WPP) 2022, exhibirá en el Museo de Arte Moderno (MAM) en la exposición Flor de fuego. Rí’yuu Águ, que abrirá mañana.
Integrada por cerca de 120 instantáneas, muchas de ellas inéditas, se integra de tres proyectos y se aproxima a relación latente entre sabiduría milenaria y violencia estructural que existe en México, donde será posible apreciar piezas que el fotodocumentalista ha intervenido mediante la técnica de la perforación.
En entrevista con Excélsior, el creador detalló que esta muestra es un recuento de los últimos cinco años de su trabajo, que habla sobre las comunidades originarias en Guerrero, como una extensión del proyecto que ganó el WPP, donde es posible reconocer la lucha y la resistencia de quienes habitan el territorio, a lo que se suma el registro de comunidades migrantes o desplazadas en Centroamérica, México y el norte de Estados Unidos.
“En esta exposición las curadoras han querido mostrar esos procesos experimentales, más allá de las cuestiones técnicas de cómo se modifica la imagen. Para mí es importante que los procesos de intervención estén vinculados al proceso conceptual de la obra”, explicó Martínez vía telefónica.
¿Cómo explicaría la intervención de sus imágenes a partir de perforaciones?, se le pregunta al también premiado por la Fundación Magnum, en Nueva York. “Estas imágenes que tienen este tipo de perforación, de alguna forma para mí, son el contenedor de nosotros mismos, del cuerpo, y del hecho de que están atravesadas, generando una analogía de cómo la violencia atraviesa el espacio físico, espiritual o psicológico de las personas, y, al mismo tiempo, refleja un sentido de resiliencia que justamente emanan luz.
“Y algo que me gusta de esta exposición es que se incluirán las piezas originales, porque, por la naturaleza itinerante del WPP, lo que veíamos era una fotografía de la pieza física, pero aquí en el MAM vamos a tener la posibilidad de observar casi todas las imágenes originales con sus respectivas intervenciones. Regularmente trabajo sobre el soporte de la imagen, la cual intervengo con perforaciones, con algunos ácidos o tintas y en esta muestra se podrán ver esas intervenciones en físico”.
¿Por qué sus fotografías se concentran en enfatizar temas como la resistencia y la memoria? “La naturaleza de mi trabajo siempre ha sido social y el hecho de generar memoria histórica para mí siempre ha sido importante. Uno de los pilares de mi fotografía es propiciar una memoria sobre las dificultades que llevan las comunidades que me permiten estar presente en sus espacios y ser fotografiadas.
“Las exposiciones facilitan un diálogo que va más allá de la fotografía, es decir, de cómo esta imagen es leída o se contextualiza en el presente y genera procesos participativos con el público que va al museo”, explicó.
¿Cómo es su contacto con las personas antes de tomar alguna fotografía? “Para mí siempre ha sido importante llegar y hablar con las personas, las familias y la comunidad, y explicarles un poquito qué queremos hacer, mostrar algo del trabajo previo, y que sepan hacia dónde se dirige el proyecto”, aceptó.
En ocasiones, detalló Yael Martínez aporta algún video o fotografía que solicita la comunidad, pero en otros casos se involucra en los procesos educativos, ofreciendo talleres a niños y jóvenes, así como charlas para dialogar sobre la realidad a través de la imagen y de la fotografía.
Martínez habla sobre el significado de la palabra Rí’yuu Águ. “Está en lengua Mè’phàà y parte del poema de un amigo escritor, Hubert Matiúwàa, que habla sobre la amapola y refiere a la flor de fuego, aunque también significa lengua de fuego, llamarada o ese instante en que alguien alza la voz en comunidad, así que representa la belleza de la lengua originaria, que habla metafóricamente de una cosa y se convierte en otra”.