El intérprete, que esta semana viaja a Salzburgo, presentó en Bellas Artes Domenico Scarlatti-Franz Liszt, su primera grabación
Agencia Excélsior
El pianista mexicano Sergio Vargas Escoruela (Torreón, 2005) presentó, la noche del sábado, Domenico Scarlatti-Franz Liszt, su primera grabación, acompañado del pianista Alberto Cruzprieto, del crítico Juan Arturo Brennan y del artista Mario Iván Martínez, quienes destacaron la calidad y la inteligencia del intérprete, así como la articulación del repertorio.
Éste es mi primer disco, al cual se puede acceder en distintas plataformas digitales, así que me siento muy contento, emocionado, y espero poder seguir grabando más repertorio”, detalló el artista, en entrevista con Excélsior.
Además, adelantó que esta semana viaja a la Universidad del Mozarteum, en Salzburgo, donde tomará un curso con el académico Peter Lang. Y, posteriormente, deberá inscribirse en algún conservatorio.
Me gustaría aplicar para el Mozarteum, pero también quisiera aplicar en otros en Viena, Alemania, Estados Unidos o Suiza”, apuntó.
ÉXITO EN BELLAS ARTES
En la presentación, realizada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, Juan Arturo Brennan señaló que, en general, “en la interpretación de la música para piano, sobre todo cuando uno hace un programa de distintos compositores de distintas épocas, como en este caso, la clave para que nosotros escuchemos lo que tenemos escuchar es la articulación”.
Ésa es la virtud más destacada del disco, “la articulación que Sergio utiliza, como debe ser, para tocar a un Scarlatti barroco —en un instrumento que no era el de Scarlatti—, y la que usa para interpretar a Liszt, en el instrumento que sí era de éste.
Esto me parece un dato puntual, de muchos otros, de la inteligencia musical de (Sergio)”, aseguró.
Así que este disco, destacó Brennan, “es una prueba fehaciente y contundente del enorme talento que tiene (Sergio), que eso ya viene adentro, y, sobre todo, la sensibilidad que ha adquirido para saber qué repertorio se toca, con qué música se articula y qué estados de ánimo se expresan en este punto su carrera”.
En su oportunidad, Mario Iván Martínez insistió en la calidad del intérprete, a quien describió como “un joven de inusual erudición para su edad y un pianista con madera de leyenda”, y ponderó la labor de su maestra, Mariana Chabukiani.
Mariana cautiva a ese pequeño pianista incipiente y, de su mano, él descubre los secretos de la música. Sin embargo, ella no lo convierte en un mero clon repetidor, sino que lo deja volar y descubrir sus propias formas, forjar sus metas.
He ahí un buen maestro. Ella es alguien que le deja siempre listo para dar el siguiente salto, un salto del que, con frecuencia, Sergio sale airoso sin huellas ni moretones, aunque, por si las moscas, abajo esperamos todos para evitar que se lastime”.
Por último, Cruzprieto, productor del álbum, destacó el repertorio elegido y recordó cuando hace siete años participó como jurado en un concurso dirigido a jóvenes pianistas, convocado por el Instituto Cedros, donde descubrió “desde la primera eliminatoria, a dos jóvenes concursantes de talento excepcional: Sergio Vargas Escoruela y Mateo González Tamariz”.
Ahora encuentra en él “a un colega admirable que, a sus 18 años, tiene una trayectoria que ya quisieran muchos músicos profesionales”.