Un estudio de la Universidad de California, concluyó que una petición de escribir un correo electrónico de 100 palabras en ChatGPT consume aproximadamente 519 mililitros de agua
Agencia Excélsior
La inteligencia artificial generativa (GenAI) se ha convertido en una parte integral de nuestras vidas. Herramientas como ChatGPT, Midjourney y Suno AI permiten a los usuarios crear contenido con facilidad. Sin embargo, detrás de la aparente simplicidad de estas herramientas, se esconde un complejo proceso que consume grandes cantidades de recursos, incluyendo agua.
La inteligencia artificial generativa utiliza enormes cantidades de datos y modelos de lenguaje para funcionar. Estos procesos no se ejecutan en los dispositivos de los usuarios finales, sino en centros de datos que requieren una gran capacidad de cálculo. Estos centros utilizan unidades de procesamiento avanzadas y una infraestructura que consume una cantidad considerable de energía y agua.
¿Cuánta agua consume la inteligencia artificial?
Los centros de datos consumen grandes cantidades de agua, pero determinar la cantidad exacta no es sencillo. Un informe ambiental de Microsoft reveló que, entre 2021 y 2022, el consumo de agua de la compañía aumentó un 34%. Este aumento coincide con el lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2021. OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, utiliza la infraestructura en la nube de Azure AI de Microsoft para entrenar y ejecutar sus productos de inteligencia artificial.
Este fenómeno no se limita a Microsoft. El consumo mundial de agua por parte de Google también aumentó un 20% en el mismo período. Un estudio de la Universidad de California, citado por The Washington Post, concluyó que una petición de escribir un correo electrónico de 100 palabras en ChatGPT consume aproximadamente 519 mililitros de agua.
¿Por qué los centros de datos necesitan tanta agua?
El agua es fundamental para los sistemas de refrigeración de los centros de datos, especialmente los más grandes. La cantidad de agua utilizada depende de varios factores, como la ubicación de los centros, la temporada del año y las condiciones climáticas. Las preocupaciones medioambientales sobre el consumo de recursos de estos centros no son nuevas. Las compañías tecnológicas buscan constantemente soluciones para reducir su impacto ambiental.
Empresas como Microsoft han experimentado con diferentes métodos para abordar el problema del consumo de agua y energía. Por ejemplo, Microsoft sumergió un centro de datos experimental en el océano para gestionar mejor las temperaturas. Meta y Google también están explorando opciones para ubicar sus servidores en zonas donde el agua es escasa.
Las inversiones en centros de datos continúan aumentando, impulsadas por la demanda de inteligencia artificial. A medida que más empresas compiten por dominar el sector, es crucial encontrar maneras de operar de manera más sostenible.
El consumo de agua y energía es un desafío que las empresas tecnológicas deben enfrentar. La inteligencia artificial tiene el potencial de transformar múltiples sectores, pero es esencial que su desarrollo y operación se realicen de manera responsable. La búsqueda de soluciones sostenibles es un paso importante para garantizar que el progreso tecnológico no se haga a costa del medio ambiente.
La industria tecnológica, en particular, se enfrenta a un reto importante debido a la enorme cantidad de energía y agua que requieren sus centros de datos, fundamentales para el funcionamiento continuo de internet y los servicios en la nube.
Uno de los experimentos más llamativos de Microsoft fue la inmersión de un centro de datos experimental en el océano, conocido como «Project Natick». Este innovador enfoque buscaba optimizar la eficiencia energética y mejorar la gestión térmica al aprovechar las temperaturas naturalmente más bajas del agua del mar para refrigerar los servidores, lo que reduciría la necesidad de sistemas de enfriamiento tradicionales que dependen de grandes cantidades de energía y agua. Además, la proximidad a la costa permitiría un acceso más rápido a datos para usuarios cercanos, minimizando la latencia. Este tipo de experimentos no solo tiene el potencial de reducir el impacto ambiental de los centros de datos, sino que también abre la puerta a un uso más eficiente de los recursos naturales en áreas donde la disponibilidad de agua y energía es limitada. Al mismo tiempo, Microsoft ha explorado otras soluciones innovadoras, como el uso de energías renovables para alimentar sus centros de datos y la optimización del diseño de los edificios para mejorar su eficiencia energética. Estas iniciativas reflejan una creciente tendencia en la industria tecnológica hacia la sostenibilidad, con un enfoque integral que abarca tanto la reducción de la huella de carbono como el ahorro en recursos hídricos, respondiendo a las exigencias globales de combatir el cambio climático.
El experimento de Microsof fue considerado un éxito. El centro de datos submarino, que fue desplegado en 2018 frente a la costa de las Islas Orcadas en Escocia, operó durante dos años y arrojó resultados positivos en varios aspectos clave. En términos de eficiencia, se demostró que sumergir los servidores bajo el agua permitió un mejor control de la temperatura, ya que el océano proporcionaba un entorno de enfriamiento natural. Esto redujo significativamente la necesidad de sistemas de refrigeración convencionales, que suelen ser costosos y requieren grandes cantidades de energía y agua en instalaciones terrestres.
Además, el rendimiento de los servidores fue impresionante: los datos mostraron que el centro de datos submarino fue ocho veces más confiable que los centros de datos tradicionales en tierra. Esto se atribuye a varios factores, como el aislamiento del entorno submarino, que evitó problemas comunes como la corrosión y la presencia de partículas en el aire, lo que redujo fallos en los equipos. El uso de energía renovable también fue crucial para el éxito del proyecto, ya que el centro de datos fue alimentado por energía eólica e hidráulica generada en la región, lo que contribuyó a reducir su huella de carbono.
El éxito de «Project Natick» demostró la viabilidad de centros de datos submarinos como una opción más sostenible y eficiente, y abrió nuevas posibilidades para la ubicación de centros de datos en áreas remotas, cercanas a grandes cuerpos de agua, donde la demanda de conectividad y recursos puede gestionarse de manera más sostenible. Microsoft continúa evaluando los resultados del proyecto para determinar cómo podría integrar estas tecnologías en sus operaciones futuras, lo que podría marcar un logro en la manera en que las grandes empresas tecnológicas gestionan sus infraestructuras de datos, promoviendo un enfoque más ecológico y eficiente.