miércoles, mayo 7, 2025

¿Qué relación tiene el Mago de Oz con Wicked?

La historia de El Mago de Oz ha fascinado al público por generaciones, presentando una clara lucha entre el bien y el mal en un mundo de fantasía. Décadas después, Wicked llega para desafiar esta visión

Agencia Excélsior

Desde que El Mago de Oz debutó en 1900 como la obra literaria de L. Frank Baum, su relato fantástico y sus personajes entrañables han dejado una marca imborrable en la cultura popular.

Pero fue la adaptación cinematográfica de 1939, protagonizada por Judy Garland, la que realmente inmortalizó la historia en el imaginario colectivo.

Décadas después, el musical Wicked, estrenado en 2003 y basado en la novela homónima de Gregory Maguire de 1995, revitalizó el mundo de Oz, presentando una narrativa desde una perspectiva sorprendente: la de las brujas de Oz.

La relación entre El Mago de Oz y Wicked va más allá de compartir el mismo universo. Mientras que el clásico de Baum y su versión cinematográfica se centran en el viaje de Dorothy y en cómo sus peripecias culminan con la derrota de la temible Bruja Malvada del Oeste, Wicked adopta una visión completamente distinta al explorar las motivaciones de personajes que antes parecían simplemente buenos o malos.

Este cambio de perspectiva permite a la audiencia redescubrir el reino de Oz, profundizando en temas de amistad, identidad y prejuicio.

El Mago de Oz: el bien contra el mal

El Mago de Oz nos lleva a una tierra mágica donde Dorothy, una joven de Kansas, se ve atrapada por un tornado y llevada a un lugar extraordinario.

Guiada por Glinda, la Bruja Buena del Norte, y acompañada por amigos peculiares como el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León Cobarde, Dorothy sigue el camino amarillo hasta la Ciudad Esmeralda para encontrar al Mago y regresar a casa.

La Bruja Malvada del Oeste, con su apariencia intimidante y sus ansias de poder, representa la principal amenaza a vencer.

La narrativa de El Mago de Oz nos muestra un mundo donde el bien y el mal están claramente definidos: Dorothy y sus amigos encarnan la bondad y la valentía, mientras que la Bruja Malvada es el epítome del mal.

Esta historia ha sido tradicionalmente vista como un clásico enfrentamiento entre el bien y el mal, en el que la virtud finalmente prevalece.

Wicked: una historia de empatía y comprensión

A diferencia del enfoque de El Mago de Oz, Wicked cuestiona la rigidez de estos arquetipos. La novela de Gregory Maguire y el musical adaptado a partir de ella ofrecen un giro al mostrarnos la historia desde la perspectiva de Elphaba, una joven marginada de piel verde que más tarde se convierte en la temida Bruja Malvada del Oeste.

Esta versión de los eventos redefine a Elphaba, presentándola como un personaje complejo, lleno de ideales y con un fuerte sentido de justicia, pero que enfrenta rechazo y discriminación debido a su apariencia y sus creencias.

El musical se enfoca también en la relación entre Elphaba y Glinda, quien en El Mago de Oz es vista como la personificación de la bondad; sin embargo, en Wicked, esta relación es más complicada y llena de matices.

Las dos jóvenes, con sus diferencias y similitudes, forman una amistad única que eventualmente se rompe por los conflictos sociales y políticos de Oz. A través de este enfoque, Wicked invita a la audiencia a reflexionar sobre la complejidad de los juicios y prejuicios, y cómo una narrativa puede cambiar radicalmente dependiendo del punto de vista.

Impacto y legado compartido

El éxito de Wicked ha demostrado que las historias tienen múltiples caras y que los personajes secundarios de un relato pueden tener su propia voz y motivaciones. Al resignificar a la Bruja Malvada como alguien con ideales y virtudes, la obra cuestiona la noción simplista de los héroes y villanos, sugiriendo que los conflictos pueden ser mucho más complejos.

Tanto El Mago de Oz como Wicked han dejado una huella profunda en la cultura popular, recordándonos que el poder de las historias no reside únicamente en su trama, sino en cómo pueden ser reinterpretadas a lo largo del tiempo. La conexión entre estas dos obras subraya cómo los cuentos clásicos pueden evolucionar, aportando nuevos significados y generando empatía en una sociedad que se vuelve cada vez más consciente de la diversidad de experiencias humanas.