Mujeres con perfiles distintos y conciencias similares se encuentran tratando de revertir algo del daño causado por el fast fashion, usando ideas innovadoras y consejerías sostenibles.
Agencia Excélsior
Aún quedan muchos kilómetros de tela por confeccionar antes de que en México se logre un cambio significativo en el impacto negativo que está teniendo la moda rápida, o fast fashion, en el medio ambiente.
Sin embargo, mujeres con perfiles distintos y conciencias similares se encuentran tratando de revertir algo del daño causado por este fenómeno global, usando ideas innovadoras, emprendimientos con propósito y consejerías sostenibles.
No podemos acabarnos el planeta por vestirnos”, dijo a Excélsior Mireille Acquar, una de las pocas personas especialistas en sostenibilidad y negocios de moda en el país. Ella describe este modelo de negocio como “moda de masas” que sirve para “vestir y calzar a 80% de la población que no tiene acceso a productos de alta gama.
Somos alrededor de 7 mil 800 millones de habitantes en el planeta que necesitan vestir y calzar (…) La producción y el consumo han sido la pieza clave o los conceptos clave de por qué se ha vuelto insostenible esta industria”, agregó la experta que aconseja a empresas en prácticas que las ayuden a ser más sustentables.
En México, los datos oficiales sobre el impacto de esta problemática son nulos o inexistentes, y tanto organizaciones internacionales como expertos señalan una falta de regulación a normas como la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección Ambiental (LGEEPA) para la prevención y gestión integral de residuos en materia de ropa.
Mientras tanto, el daño se ha agrandado en México debido al uso de aplicaciones que importan ropa desde Asia a muy bajo costo.
Según Acquar “hay un crecimiento del comercio electrónico y eso está favoreciendo el acceso al ultra fast fashion” y en gran parte, estos modelos de negocio crecen porque “no pagan aranceles, no pagan impuestos”.