La exposición, que permanecerá abierta hasta el 25 de mayo, incluye una treintena de piezas, entre óleos y grabados, de las cuales seis son de autores originales
Agencia Excélsior
Mostrar las distintas formas como se representó el ciclo de la Pasión de Cristo a lo largo de los siglos XVI y XVII. Ésa fue la idea que dio origen a la exposición Ritos y símbolos de la Pascua Cristiana, que abrió ayer en el Museo Nacional de San Carlos (MNSC).
La muestra, que permanecerá abierta hasta el 25 de mayo, incluye una treintena de piezas, entre óleos y grabados, de las cuales seis son de autores originales, y el resto corresponden a reproducciones o copias que hicieron pintores no identificados a partir de los grandes maestros del arte europeo.
Al respecto, el director del museo, Jorge Reynoso Pohlenz, recordó que la colección del MNSC, en su origen, no fue hecha para generar piezas originales, “sino para ajustarse a cierto tipo de modelos. Estas réplicas también tienen un valor importante”, ya que son reproducciones que orientaron un canon en nuestro país.
La exhibición destaca piezas como La última cena, de Pieter Jansz Pourbus (1569), Jesús en la cruz, de Joseph von Keller; Camino al Calvario de Giuseppe Zocchi; La crucifixión, de Marcellus Coffermans; La Magdalena en la tumba vacía de Cristo, de Carlos Luis Ribera y Fieve; y Rostro de la Virgen de los Dolores, de Pilar de la Hidalga.
Por su parte, Zyanya Ortega, curadora de la exposición, explicó que la idea de esta exhibición fue plantear “no sólo una revisión de los artistas que han representado esta iconografía religiosa en México, sino trazar una nueva mirada al acervo desde el presente y desde la crítica de cómo nuestro país recibió las festividades de la Semana Santa, es decir, cómo en nuestro país fueron creándose ceremonias y ritos propios, así como algunos símbolos a partir las diversas culturas que ya había en México cuando llegan los españoles”.
La muestra tiene tres momentos. El primero parte de la última cena de Jesús, cuando les dice a sus apóstoles que ésa será la última vez donde todos estarán juntos, ya que uno de ellos lo va a traicionar, así que él va a ser arrestado y morirá.
En dicha representación, plasmada por Pieter Jansz Pourbus, Jesús se levanta y lava los pies a sus apóstoles, “lo que muestra ese acto como un sacrificio, un servicio y un momento de humildad y amor hacia el prójimo”, explicó la curadora.
Aquí se exhibe una pieza de gran formato que es reconocida como copia, intitulada Cristo despojado de sus vestiduras, que realizó un autor no identificado y que replica una pintura de José de Ribera, El Españoleto, la cual da cuenta de los intercambios artísticos entre México y España.
En un segundo momento, explicó la curadora, la exposición centra la mirada en la representación de la Virgen María durante los últimos días de Jesús que, precisamente en México, fue algo en lo que también se puso atención durante el siglo XIX, como lo demuestra el óleo de Pilar de la Hidalga.
“La Dolorosa es esa evocación que tiene que ver con el sufrimiento de la Virgen María a lo largo de la vida de Cristo iniciando cuando Simeón le profesa que su hijo recién nacido va a ser sacrificado en favor de la humanidad, hasta cuando tienen que huir de Belén porque Herodes manda matar a los niños, cuando Jesús se pierde en el templo, y sus últimos dolores llega cuando aprehenden a Jesús, lo humillan, lo flagelan y lo crucifican”, destacó Ortega.
Por último, la exposición pone el foco en una muestra breve de fotografías del siglo XX que exhibe la apropiación de estos ritos en nuestro país, en particular con las representaciones que se llevan a cabo en la Semana Santa, en lo que se puede definir como la conquista espiritual.
“Los españoles se dieron cuenta desde temprano que para justificar la conquista y las masacres debían partir de la religión, porque no sólo se trataba de que el rey (de España) diera su consentimiento, sino que también era necesario ganarse el consentimiento del Papa”, expuso, y lo hicieron bajo la de idea de ellos conquistaban esta parte del mundo porque había personas paganas que adoraban a dioses monstruosos, así que ellos llevarían la verdadera fe”.
En ese momento enfrentaron la primera gran dificultad, apuntó Ortega: ¿cómo evangelizar a personas que no hablaban el mismo idioma? “Fue entonces que pensaron en utilizar las imágenes de culto, como ocurrió en la Edad Media y hasta siglo XVIII, cuando la mayoría de la población europea era analfabeta”, concluyó.