El juez Michael Jesic fue claro: esta decisión no garantiza su liberación inmediata. Lo que sí permite es que ambos sean evaluados para libertad condicional
Agencia Excélsior
Treinta y cinco años después del crimen que estremeció a Estados Unidos, los hermanos Lyle y Erik Menéndez recibieron un inesperado viraje en su largo proceso judicial. Este 13 de mayo, un juez del Tribunal Superior del Condado de Los Ángeles modificó su sentencia: de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, pasaron a una condena de 50 años a cadena perpetua. Un cambio técnico, pero crucial.
¿Significa esto que podrían salir pronto de prisión? No exactamente, pero abre por primera vez una puerta que había estado cerrada desde 1996.
El juez Michael Jesic fue claro: esta decisión no garantiza su liberación inmediata. Lo que sí permite es que ambos sean evaluados para libertad condicional, amparados en la ley californiana de delincuentes juveniles. Ambos tenían menos de 26 años cuando, en 1989, asesinaron a sus padres, José y Kitty Menéndez, en su mansión de Beverly Hills.
El juicio que marcó una época
La sentencia original, dictada tras un mediático doble juicio, se basó en el argumento de la fiscalía: que los hermanos actuaron por codicia, buscando heredar una fortuna familiar. La defensa, en cambio, sostuvo que los homicidios ocurrieron tras años de abusos sexuales y sicológicos por parte del padre. Décadas después, nuevas argumentaciones sobre el entorno familiar y la irrupción de una docuserie en Netflix han reavivado el debate público.