La escritora inspira su novela en el poeta Luis de Carvajal, quien murió quemado junto con su familia en 1596
Agencia Excélsior
Inquieto, brillante, astuto, pero al final un mártir”. Así define la escritora Gabriela Riveros al poeta, traductor, comerciante, estratega y líder religioso judío Luis de Carvajal (1566-1596), alias Joseph Lumbroso, quien a los 29 años murió quemado a manos de la Santa Inquisición de la Nueva España, junto a su madre, dos hermanas y cinco integrantes de su comunidad.
La historia del éxodo sefardí de España y Portugal, “silenciada a lo largo de cuatro siglos”, es recreada por la licenciada en Letras Españolas por el Tecnológico de Monterrey en su novela Olvidarás el fuego (Lumen), que se presentará mañana, a las 19:00 horas, en el Museo de Memoria y Tolerancia.
Esta es la primera novela que narra la tragedia de los Carvajal y la suerte que corrieron los manuscritos y las Memorias de Luis, hallados en 2016 en una casa de subastas de Nueva York, después de haber sido robados en 1932 del Archivo General de la Nación, que recuperó parte de estos documentos.
Me encontré con la historia estudiando a Luis de Carvajal y de la Cueva, que fue gobernador del Nuevo Reino de León y tío de Luis. Hallé que toda su comunidad y familiares habían sido procesados por la Inquisición y que, al parecer, era el número más grande de procesados registrados de una sola comunidad”, comenta en entrevista.
Detalla que, a través de sus personajes, los lectores serán testigos de la resistencia heroica y clandestina y la lucha de familias enteras que dieron la vida por el derecho a la libertad de pensamiento y de credo religioso.
Luis era integrante de una familia numerosa, nueve hermanos. Estudió con los jesuitas, que eran los únicos que aceptaban a los nuevos cristianos. Tuvo una educación privilegiada, en una de las mejores escuelas de Castilla.
Hablaba varios idiomas. Fue comerciante, estratega, mano derecha de su tío. Pero su parte más fuerte era la intelectual”, agrega.
La autora del libro de cuentos Ciudad mía añade que Luis era “un hombre que lidiaba con la realidad a través de la palabra, la literaria y la religiosa”. Por eso, en sus noches de encierro se puso a escribir poemas, su diario secreto –un manuscrito de 46 páginas escrito con letra casi microscópica–, además de textos filosóficos y de oración.
A ellos, la Inquisición los procesó dos veces. La primera la libraron porque los convencieron de que se habían arrepentido y que se iban a convertir al cristianismo. Pero no fue así, fueron leales a su religión y terminaron encerrándolos y torturándolos”, narra.
Los escritos de Luis son el testimonio literario más antiguo en el continente de la presencia judía en América”, concluye.