Por Luis Fernando Cruz Cantoral
En principio donde la forma es fondo, nos recuerda que las acciones del servidor público fortalecen a la política o la debilita, los últimos acontecimientos de carácter institucional realizados en nuestra ciudad quedaron embarradas de actos de campaña.
Desde nuestra casa universitaria, instituciones del senado e instituciones públicas de salud, le entraron al «agandalle electoral»; la regla no escrita se encuentra deambulando en la literalidad de la ley, o que es mejor en el espíritu constitucional. Justificaron su actuar en acciones basadas en argumentos de escritorio que terminan en el baúl de las ocurrencias. Lo importante es mostrarse y hacer referencia a la vieja usanza del abrigo institucional.
El servicio público requiere su principal atención, el quehacer social, se demerita cuando su objetivo se desvía y prevalece el interés de unos cuantos, para gobernar a todos.
Sonaron las campanas, amordazando a la soberanía popular, utilizaron recursos públicos para hacer efectivo el levantamiento de mano.
Son tiempos de rectificar y no de anunciarse, son momentos de entregar cuentas, de ponerse a mano con la ciudadanía, haciendo visible el alivio y menos profunda la herida.
La visión de la silla en el templete está lejana a la silla de las familias que acompañan día a día las denuncias que lentamente son resueltas y algunas olvidadas. No se puede estar lejos del sentido social, las instituciones públicas son el «recurso natural» de los ciudadanos, requiere de compromiso y vocación de servicio. Hacer las mismas cosas, hace que, en el fondo, sean lo mismo.