Por Jorge Ceballos
Eduardo Ramírez Aguilar sufre al igual que Ricardo Monreal Ávila la soledad y alejamiento del partido al que representan en el Senado de la República. En su imaginario y en el de miles de ciudadanos está más que claro que simplemente por Morena no tienen oportunidad de convertirse en candidatos a la gubernatura de Chiapas y a la presidencia de México, respectivamente.
El evento del sábado en la Arena México demostró que ni el autollamado Jaguar Negro y mucho menos el zacatecano tienen la más mínima oportunidad de lograr su anhelo. Aunque quieran mostrar una entereza saben que confrontarse con el presidente Andrés Manuel López Obrador es un suicidio político que acabaría con sus respectivas carreras.
Pero son dos casos completamente distintos, mientras Monreal Ávila ha transitado durante más de dos décadas de la mano y a la sombra de López Obrador, Eduardo Ramírez es un político comodino que en 2018 vio la oportunidad de subirse al tren de la Cuarta Transformación y no quedarse fuera de ninguna posición política.
Ricardo Monreal tiene claro que su cercanía con el tabasqueño que despacha desde Palacio Nacional fue verdadera. Durante años lucharon juntos por cristalizar el sueño de ganar la presidencia de México, de allí que en 2018 se quedó en Morena para ser quien coordinara desde la Jucopo el Senado de la República.
En tanto Eduardo Ramírez Aguilar llegó como candidato al Senado de la República de último momento, era su última oportunidad de conservar una posición, porque en el PVEM y el PRI simplemente le habían dado con la puerta en las narices al negarle la candidatura a la gubernatura: no le vieron las tablas suficientes para tal encomienda.
Los errores
Nadando contra corriente, Ricardo Monreal el sábado arengó desde el ring de la Arena México que quiere ser el presidente de la reconciliación, con una dialéctica crítica trató de culpar a Andrés Manuel López Obrador de mantener al país dividido, con lo que abrió más encono entre los militantes de Morena, quien ven al tabasqueño como el guía de esa fuerza política.
Pero en esa arenga y quebradora dialéctica arrastró a Ramírez Aguilar quien se definió –como desde hace mucho- del lado de Ricardo Monreal, situación que fue anotada en Palacio Nacional y en la dirigencia nacional de Morena, por lo cual es más que obvio que no tiene nada que hacer en el partido guinda, esto por más que sus fieles seguidores quieran hacer creer que está más que seguro para la candidatura a la gubernatura.
En el evento del sábado en la catedral de la Lucha Libre mexicana hubo personajes de la política local que en el pasado reciente cometieron abusos con el presupuesto que les tocó administrar, gente que por la amistad que guardan con Eduardo Ramírez Aguilar tuvieron sus momentos de gloria en el gobierno de la ignominia que encabezó Manuel Velasco Coello.
En pocas palabras, Ricardo Monreal Ávila quiere ser candidato a la presidencia de la República con gente que en lugar de estar disfrutando del dinero que se hurtaron deberían estar tras las rejas, lo mismo hubo exalcaldes y exfuncionarios de subsistemas que vivieron como jeques árabes y que lo mínimo que deberían de tener es vergüenza, porque está de más señalar que el lugar que les corresponde es una celda en alguna prisión estatal o federal por haber medrando con los dineros públicos.
¿Para qué buscar partido?
Si Eduardo Ramírez Aguilar es esa maquinaria electoral de la que él y sus fieles presumen ¿por qué buscan las siglas de un partido político? De contar con esa fortaleza y esa gran cantidad de sufragios que representa ¿acaso no le vendría mejor buscar una candidatura independiente? Al final de cuentas la legislación ya permite la participación ciudadana sin necesidad de ir abanderado por ningún partido.
Es fácil deducir que las horas de Eduardo Ramírez Aguilar y Ricardo Monreal Ávila dentro de lo que representa Morena están contadas, porque es más que obvio que dentro de ese partido político no los ven con buenos ojos.
Ramírez Aguilar no representa los ideales de la lucha de la izquierda en México. Durante su meteórica carrera política no abandera las máximas del morenismo: no robar, no mentir y no traicionar al pueblo, simplemente no están dentro de su pensamiento.
Eduardo Ramírez Aguilar simplemente está agotando los tiempos para ver qué partido cobija sus aspiraciones y con ello tener un discurso con el cual tratar de pasar como víctima y así poder recorrer la geografía chiapaneca señalando que en Morena lo traicionaron y que por eso no podía permanecer allí.
Jamás el Jaguar Negro tendrá la honestidad para aceptar ante los chiapanecos que simplemente no puede ser candidato de Morena por todos los señalamientos de corrupción que pesan en su contra. Mucho menos aceptará que desde que fue nombrado como candidato a senador, él y su equipo cercano se dedicaron a menospreciar, humillar y hacer de menos a la militancia, pues solo basta recordar que en 2018 días después de obtener la candidatura, su grupo cercano comenzó a querer repartirse las candidaturas a las alcaldías como si fuera un pastel.
Esto último simplemente fue una humillación para militantes de Morena quienes vieron como gente que nunca habían luchado por la creación y fortalecimiento de este partido, ahora se convertían en quienes llevaban mano en las candidaturas.
Aunque a los seguidores, aplaudidores y amanuenses de Eduardo Ramírez Aguilar no les guste, su líder está más lejos de ser candidato a la gubernatura por Morena, sin valer de nada su ideología de que habrá negociaciones de gran calado para que sea quien abandere al vino tinto.
Insistimos ¿Por qué no buscar la candidatura independiente? Al final de cuentas ha formado un chilaquil con seguidores de todos los partidos, además ahí se vería que aquello de lo que tanto presume de tener estructura lo podría hacer ganar… Hasta la próxima.