domingo, noviembre 24, 2024

Mujeres maravilla; autoras de ciencia ficción

Mundos alternos recupera 25 voces de las fundadoras e impulsoras del género que han pasado desapercibidas

Agencia Excélsior

Las mujeres han estado involucradas en la formación de la ciencia ficción desde el inicio, afirma Lisa Yaszek en Mundos alternos, volumen que recupera 25 voces de las fundadoras e impulsoras del género que han pasado desapercibidas en nuestro tiempo, pese a que entre 1920 y 1960 al menos 300 escritoras fueron publicadas en las principales revistas especializadas en el género.

El que hoy no sean tan conocidas, no significa que las autoras de ciencia ficción no existieran o que no se publicaran”, explica Paulina H. Marroquín, integrante del colectivo de traductoras literarias Falsos Amigos, que llevó a cabo la traducción del volumen al español.

En realidad tiene que ver, quizá, con la recepción del público, porque muchas veces se marcaba una especie de diferencia entre ciencia ficción dura –como la creada por autores como Asimov– y la ciencia ficción suave, que era una ciencia ficción más social, de la cual el primer ejemplo siempre es Ursula K. Le Guin. Así que quizá tiene que ver con la recepción de esa ciencia ficción suave como algo más fácil, que para nada lo es”, explica la traductora.

Y agrega: “Quizá, como pasa, los lectores sentían que los temas que escribían los hombres sí eran sobre temas universales, mientras que lo que ellas abordaban sólo es para mujeres”.

De forma sorprendente, las mujeres no adoptaron seudónimos andróginos ni masculinos, sino que mantuvieron su nombre, salvo en algunas excepciones.

Por ejemplo, Catherine Lucille Moore se convirtió en C.L. para no arriesgar su trabajo en un banco durante la Gran Depresión, y Alice Mary Norton firmó sus relatos como Andre Norton y en ocasiones escribió como Allen Weston. Mientras que Alice Sheldon cambió el suyo por el de James Tiptree Jr., inspirada en un frasco de mermelada, para proteger su identidad de antigua agente de la CIA y psicóloga experimental en ciernes, como describió la propia Lisa Yaszek, a quienes define como  Mujeres Maravilla.

Entre las autoras que pueblan esta serie, explica Marroquín, hay un gran nombre de la ciencia ficción estadunidense y feminista que es Joanna Russ. “Ella no sólo escribía ciencia ficción hipercrítica, sino que tiene un ensayo muy famoso titulado ¿Cómo suprimir la escritura de las mujeres?, en el que habla de todos estos fenómenos que pasan editorialmente, con el público y con la escritura de las mujeres, su invisibilización y su supresión. Ella es muy importante.

Por otra parte, Gloria Ramos, también integrante del colectivo Falsos Amigos, destaca a C.L. Moore. “Ella es muy importante, porque justo el cuento que se incluye en el primer tomo de esta antología es El beso del dios negro donde aparece Jirel de Joiry, quien se convirtió en el arquetipo de la mujer guerrera, es decir, ella fue la pionera en ese tipo de personajes”.

C.L. Moore también creó el arquetipo del vaquero espacial, es decir, Han Solo existe porque ella lo imaginó. Así que ella es creadora de ambos arquetipos súper importantes para el género y no es de los nombres que se te vienen a la cabeza tan a menudo”, abundó Ramos.

Publicado por la editorial Almadía, Mundos alternos
–que forma parte de la trilogía ¡El futuro es mujer!, que publicará su segundo volumen a mediados de 2023– demuestra que la ciencia ficción es mujer e incluye los relatos Que sólo una madre, de Judith Merril; Ararat, de Zenna Henderson; Salvaje, de Joanna Russ; El nacimiento de un jardinero, de Doris Pitkin Buck; Incógnito, de Wilmar H. Shiras; El beso del dios negro, de C.L. Moore y La estación de Mr. Sakrison, de Mildred Clingerman.

HACERLO VISIBLE

El colectivo Falsos Amigos está integrado por Diana BarJon, Gloria Ramos, Viera Khovliáguina, Victoria Pérez Meraz, Yolanda Fauvet, Rebeca Pérez Enciso, Andrew Adair y Paulina H. Marroquín, que tienen del mundo de las artes, la literatura y las humanidades y buscan visibilizar el oficio de la traducción.

En el colectivo somos siete traductoras y un traductor, y lo primero que nos gusta comentar es que somos un grupo heterogéneo en nuestra formación, lo cual nos enriquece y nos ayuda a encontrar nuevas aristas. Nos gusta trabajar en colectivo porque es algo idealista y político de creer, de que las cosas se pueden hacer de una manera diferente y en colaboración”, explica Marroquín.