Hoy se inaugura una exposición para conmemorar los 45 años del descubrimiento de la escultura de la hija de Coatlicue
Agencia Excélsior
Más de 150 objetos arqueológicos de piedra, cerámica, hueso, copal y restos óseos humanos integran la exposición Coyolxauhqui: el astro, la diosa, el hallazgo. A 45 años de su descubrimiento, que abrirá hoy en el Museo del Templo Mayor (MTM), donde destacan dos objetos de oro relacionados con el culto lunar de Coyolxauhqui y los restos óseos de un niño ataviado con las insignias de Huitzilopochtli, dios de la guerra.
En esta ocasión lo que quisimos hacer fue concentrarnos en Coyolxauhqui y en hablar de las características de esta diosa, así como en la importancia de su mito dentro de la cultura mexica”, detalló en entrevista Patricia Ledesma Bouchan, directora de dicho recinto.
A lo largo de la muestra, detalló, el visitante será llevado en un viaje a través del mundo nocturno al cual perteneció esta diosa lunar, así como su relación con lo frío, lo femenino, los conejos y el pulque, temas que siempre estuvieron latentes en Mesoamérica.
Otro tema que tocaremos será la curiosa coincidencia entre las concepciones mesoamericanas, relacionadas con lo lunar, y las asiáticas, ya que son muy parecidas, lo cual es algo que Alfredo López Austin marcó mucho (en sus estudios), y son enigmas que esperan nuevas investigaciones”, detalló.
Hasta el momento, apuntó Ledesma, se han recuperado 140 ofrendas en Templo Mayor, aunque esta exposición sólo ofrece un breve panorama de lo hallado, por ejemplo, una olla partida de forma transversal donde se aprecia un conejo en su interior y la cabeza de un mexica que alude a una persona en estado de embriaguez, la cual fue hallada a unas calles del Templo Mayor.
O también la escultura de Mayahuel –diosa del pulque que en su pecho porta el nombre Uno conejo–, ubicada sobre un lecho de arena y objetos marinos a unos pasos de Coyolxauhqui; y las piezas de oro que forman parte de una ofrenda ubicada recientemente por Leonardo López Luján y su equipo de trabajo.
En la muestra se explora el concepto de la noche y las categorías relacionadas en la mitología Mesoamericana. “Por ejemplo, en Mesoamérica se le consideraba un recipiente acuático que cada noche vertía su líquido a la Tierra”.
En otro espacio se aborda el mito y la manera como se insertan los hallazgos recientes de un entierro, en 2017, a cargo de López Luján, que contiene la representación del dios Huitzilopochtli.
Se trata del esqueleto de un niño ataviado con los elementos de este dios y es algo único, porque si bien Huitzilopochtli es conocido por nosotros, lo que a veces no comunicamos al público es que ha aparecido poco entre los objetos arqueológicos. Sólo está mencionado en códices y en fuentes novohispanas, pero hay muy pocos vestigios que hablen sobre este dios”, aseveró.
Así que cuando López Luján encontró a este niño ataviado con las insignias de Huitzilopochtli, para nosotros fue una sorpresa porque estamos frente los restos de un dios que fue poco representado”.
Ledesma también recordó que la monumental escultura de Coyolxauhqui, que mide tres metros de diámetro y pesa cerca de ocho toneladas, fue descubierta el 21 de febrero de 1978, cuando trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro realizaban labores entre las calles Argentina y Guatemala, en la capital mexicana.
Estamos muy contentos de celebrar los 45 años del descubrimiento de esta pieza. Su historia nos recuerda que el trayecto de la sociedad mexica fue meteórico, pero también con un final trágico, con la guerra de 1521 y la destrucción de la ciudad prehispánica, que hizo que muchos de los arqueólogos pensaran que los restos de la antigua Tenochtitlan estaban perdidos para siempre”.
Sin embargo, fue gracias a Coyolxauhqui que se comenzó una serie de excavaciones que poco a poco fueron descubriendo un poco más de ese mundo que muchos pensábamos perdido, destacó.
Recordemos que en 1914 se había descubierto una esquinita del Templo Mayor, pero el arqueólogo que lo hizo (Manuel Gamio) no contó con los elementos para demostrar que se trataba del templo, y no fue hasta 1978 con Coyolxauhqui que esto permitió que los arqueólogos pudieran hacer un proyecto, a cargo de Eduardo Matos, para encontrar el maravilloso Templo Mayor”, concluyó.