domingo, noviembre 24, 2024

El patrimonio como salvación; la Academia Mexicana de la Lengua enfrenta desafíos

La venta de su terreno de Coyoacán y la restauración de su sede en el Centro Histórico son los retos que enfrenta el director Gonzalo Celorio

Agencia Excélsior

Tras acariciar durante varios años el sueño de establecer su sede en Coyoacán, en la calle de Francisco Sosa 440, y edificar ahí la Casa de la Palabra, la Academia Mexicana de la Lengua planea ahora vender el terreno de 11 mil metros cuadrados que el gobierno federal le donó en 2012 y en el que no ha podido construir su sede debido a que se descubrieron vestigios prehispánicos.

Afortunadamente tenemos la aprobación del pleno académico para venderlo. Pero no hemos podido avanzar. A pesar de que hemos acudido a diferentes desarrolladoras inmobiliarias, no hemos tenido éxito”, afirma en entrevista el escritor y editor Gonzalo Celorio, quien acaba de ser reelegido para dirigir la asociación civil cuatro años más.

Estamos buscando una tercera posibilidad, acogiéndonos a un sistema que se llama de Transferencia de Potencialidades para que este terreno pueda ser utilizado por instancias públicas, gubernamentales, quizás para convertirlo en un parque o algo así”, comenta.

El novelista aclara que “esto está esbozado como una posibilidad que estamos explorando. Pero sí tenemos interés en vender ese terreno, porque de eso dependerá en buena medida la recuperación de un patrimonio y la subsistencia de la Academia”.

El predio, cuyo propietario original fue el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo (1859-1946), fue adquirido por el entonces Conaculta a la familia Aguilar Zínzer en 100 millones de pesos, y donado a la AML; ésta tramitó durante años todos los permisos de construcción. Pero todo se detuvo cuando se halló un edificio prehispánico y el INAH tuvo que realizar trabajos de salvamento, que ahora se encuentran detenidos.

Propuse a los gobiernos federal y local la construcción de un proyecto alternativo, que sería el Museo de la Lengua, cuyo guion elaboró la lingüista Concepción Company y que generosamente nos cedió; pero no hubo respuesta de las autoridades”, lamenta.

Éste es uno de los grandes desafíos que debe enfrentar Celorio durante su segundo periodo al frente del organismo centenario, que estará lleno de cambios, pues también han comenzado a restaurar su sede original, ubicada en la casona colonial de Donceles 66, en el Centro Histórico de la ciudad.

La encontramos muy deteriorada. Por fortuna, buscando fuentes alternativas de financiamiento, hemos recibido un gran apoyo de dos fundaciones que preside don Antonio del Valle: la Kaluz y la Magdalena Ruiz de Del Valle”, agrega.

Detalla que el pasado 24 de febrero comenzaron los trabajos de rehabilitación del inmueble, con miras a instalar ahí la biblioteca que permanece embodegada. “Tiene dos etapas: la primera es acondicionar el espacio destinado a la biblioteca, ya tenemos los permisos del INAH y durará todo este año. Nos permitirá tener la biblioteca y un salón de plenos.

La segunda etapa ya comenzó y permitirá, aunque sea de manera parcial, escalonada y en ocasiones hibrida, realizar las sesiones tanto de la Comisión de Lexicografía como de la de Consultas”, añade.

El también ensayista admite que sus primeros cuatro años de gestión, que arrancó en 2019, fueron “particularmente difíciles”, porque tuvieron que enfrentar dos adversidades: un recorte presupuestal de 88.8 por ciento en el subsidio que les otorga el gobierno federal, ya que en 2023 se redujo a 10 millones cien mil pesos, y la contingencia sanitaria.

Sorteamos la crisis económica por la fortaleza, la entrega y el compromiso de los académicos. Ahora ninguno recibe un centavo por ser miembro. Tuvimos que reducir en más de la mitad al personal y vender incluso parte de nuestro patrimonio de arte para poder subsistir.

Por fortuna, esta operación de compraventa fue muy beneficiosa. Es una pena habernos desprendido de algunas obras de arte, pero de qué nos servía tener un cuadro de José María Velasco si no teníamos pared para colgarlo”, indica.

La casona colonial ubicada en Donceles 66 está siendo restaurada con apoyo económico de fundaciones privadas.

Tras sortear estas “medidas dolorosas”, el narrador destaca que “pocas veces la Academia ha tenido una productividad tan alta. Publicamos un libro al mes durante estos cuatro años. Unos 17 millones y medio de personas han seguido nuestras actividades, algo inusitado. Y en la Comisión de Consultas atendimos a más de 6 mil cibernautas”.

Señala que su gran proyecto es el lanzamiento de la maestría en Lexicografía y Producción Editorial, que la Academia organiza en convenio con la Universidad de Guadalajara y comenzará en agosto próximo. “No hay una maestría equivalente en Hispanoamérica. Será la primera que tendrá un reconocimiento de posgrado universitario”.

El otro gran proyecto es la creación del Diccionario del Español Contemporáneo, cuya planta ha sido aprobada, pero se desarrollará durante varios años.