viernes, noviembre 22, 2024

‘¿Quién era Juárez, qué hizo en realidad, por qué tenía tal admiración y pasión por la silla presidencial?’

José Luis Trueba recrea en su nueva novela el lado humano del prócer e intenta derribar el mito

Agencia Excélsior

Derribar el mito que sostiene el nombre de Benito Juárez y conocerlo desde la mirada de amigos y enemigos, como Margarita Maza de Juárez, Melchor Ocampo, Antonio López de Santa Anna, Carlota, Miguel Miramón y Porfirio Díaz, entre otros. Ése es el motivo central de Juárez. La otra historia, novela histórica apoyada en la ficción, de José Luis Trueba Lara (Ciudad de México, 1960), que recupera los entretelones de lo que el Benemérito de las Américas pudo imaginar y pensar, a partir de cartas y otras fuentes históricas.

Está padre ver a Juárez en la alcoba, frente al cadáver de Maximiliano de Habsburgo o mientras mira y perdona a Miguel Miramón; es decir, apreciarlo en una dimensión más humana y ése es quizá el gran esfuerzo de este libro”, dice Trueba en entrevista.

Además, permite ver a Juárez en su época. “Es decir, no al presidente glorioso que llegó a ser inmortalizado en el Hemiciclo a Juárez, sino al político dispuesto a todo con tal de mantenerse en el poder”, explica.

Publicado por editorial Océano, Juárez. La otra historia es una novela histórica no en el sentido del dato duro, dice el autor, sino como una aproximación literaria.

Juárez es un personaje que siempre me ha causado muchos problemas, porque no alcanzo a verlo convertido en mármol y bronce. ¿Quién era ese hombre, qué hizo en realidad, cómo vivía, qué sentía, por qué tenía tal admiración y pasión por la silla presidencial?, cuestiona.

Entonces, decidí que la mejor manera de tratar de comprender al personaje era acercarnos a partir de las personas que lo conocían, como su esposa Margarita y sus amigos cercanos como Melchor Ocampo; pero también a sus enemigos, es decir, a Carlota o a la esposa de Miguel Miramón y a Porfirio Díaz, con quien mantiene una relación rarísima y terrible”, abunda.

¿Juárez no era el héroe de todos en aquel momento?, se le cuestiona. “¡No! Así que el chiste es asomarnos a esos espacios que, por alguna razón, se olvidaron. Por ejemplo, imaginar a Juárez frente al cadáver de Maximiliano mientras lo están embalsamando. A mí me pareció una imagen poderosísima y es como una especie de acto de venganza y de mostrar la victoria de la manera más dura que pueda existir. Ver a este hombre con estos nuevos ojos a mí me resulta fascinante”, agrega el autor.

¿Qué imagen le ha dejado la reconstrucción de este Juárez? “Encontré en Juárez a un personaje que tiene, por lo menos, un par de cosas verdaderamente importantes. La primera de ellas, sin duda alguna, es este hombre que está dispuesto a lo que fuera con tal de ser alguien. Juárez fue un indígena en uno de los momentos más duros de la historia de México. Por lo tanto, no tenía voz y esa obsesión es algo que me pareció sensacional.

Y lo segundo, añade, es que “fue un hombre obsesionado con el poder, un hombre que descubrió que la única manera de salir adelante era manteniéndose en la silla presidencial.

Además, hay algo que me gustó de él: que, como buen político, no tuvo amistades ni cariños, sino sólo intereses, capaz de cambiar de bando sin importar nada. Así que fue un hombre muy distinto del que pensamos en los libros de texto”, detalla.

Trueba Lara recrea el testimonio de Antonio Salanueva, un personaje clave en la historia de Juárez, quien lo ayudó a formar intelectualmente; pero que con el tiempo se decepcionó de sus ideas y lo criticó en un largo escrito que sería destruido y que es recuperado por el autor a partir de la ficción.

La carta de Salanueva es una de las más interesantes del libro, sobre todo por como fue pensada. Si te fijas, el documento (reimaginado por el autor) está escrito con un lenguaje actual para no dar problemas de lectura; pero siguiendo las normas que se tenían en la primera mitad del siglo XIX para escribir ese tipo de documentos, a partir de los textos teológicos de la época, las discusiones de la iglesia y, sobre todo, la llegada de la mazonería a México, que fue algo que tenía muy asustado a Salanueva. Y lo tuvo tan asustado que prácticamente por eso corrió a Benito de su casa”, explica.

Trueba afirma que la novela también podría ser vista como una conversación con los fantasmas del pasado. “Sí, es un convocar a los muertos que siempre vale la pena y que por lo menos a mí me ha resultado fascinante y que en este libro es muy notorio”.