La comunidad artística del país increpa al gobierno de Sinaloa, en una protesta que pretende escalar a nivel internacional
Agencia Excélsior
A casi dos semanas de que Maximiliano Corrales, coreógrafo e integrante de la Compañía Danza Joven de Sinaloa, fuera hallado sin vida en las aguas del río Tamazula, en Culiacán, la comunidad artística de todo el país impulsó el hashtag #JusticiaParaMaximilianoCorrales, mediante el cual bailarines, coreógrafos y gestores culturales, desde Tijuana hasta Yucatán, increpan al gobierno de Sinaloa en una protesta que pretende escalar de lo nacional a lo internacional para evidenciar su indignación ante el homicidio del destacado bailarín.
El Día de la Danza estuvo marcado por mensajes que exigían esclarecer los hechos acaecidos en Culiacán, Sinaloa, el pasado 18 de abril, con la inexplicable desaparición del intérprete de 27 años, que culminó con su cuerpo, lacerado con violencia extrema, flotando sobre el río, el 21 de abril.
Exigencias de que la fiscal del Estado renuncie y sobre la violencia extrema que se vive en la zona han sido constantes en los textos aparecidos en redes y diarios sobre el crimen que ha tocado las fibras más sensibles del gremio de la danza.
Maximiliano nació en el municipio de Cosalá, a 160 kilómetros de Culiacán, el 2 de mayo de 1995. Su padre, Gregorio Corrales, director de cultura de esa ciudad, explica en exclusiva a Excélsior que a los cuatro años de edad, “se inició en clases de baile, teatro y canto”. Al tiempo se hizo un poderoso bailarín de break dance, creó su propia compañía y era un ídolo en la ciudad.
Y narra que cuando Maximiliano decidió presentar el examen para estudiar en la Escuela Profesional de Danza Contemporánea de Mazatlán (EPDM), presidida por Víctor Manuel Ruiz, y fue aceptado, la familia entera no cabía de felicidad.
Rompe en llanto: “Yo vi cuando lo sacaron del río y lo identifiqué en el Servicio Médico Forense (Semefo), no tenemos aún los resultados de la autopsia ni el acta de defunción, nada. Tenía el cráneo fracturado de forma violenta, las costillas rotas. Estaba en estado de descomposición. Me informaron posteriormente que se trataba de un homicidio doloso”.
Su mamá
La maestra Laura García, afirma que ella y Maximiliano tenían una relación excepcional.
Había quedado de venir el fin de semana. Era mi todo. La última vez que tuve comunicación con él fue el martes, a las 20 horas. Estaba en casa. Dijo que iría al Oxxo a comprar algo para comer, a las 20:48 horas su teléfono ya no recibía señales.
Viajamos a Culiacán a poner la denuncia, sus amigos lo buscaban por las calles. Teníamos esperanzas. No tomaba, no consumía drogas, no tenía deudas. La policía insinuaba que por ser bailarín era gay, y además tenía tatuajes. Siento furia, impotencia y el dolor me está matando. No obstante, no permitiré que se olvide lo sucedido.”
Esta reportera llamó a la oficina de la fiscal del Estado de Sinaloa, Sara Brunas Quiñonez, su secretaria me notificó que cualquier información debía solicitarse por escrito. No están autorizados para dar declaraciones de ningún tipo.
Las acciones
Para el coreógrafo Francisco Córdova, director del proyecto Physical Momentum Project, en el cual participaba activamente Max —como le llamaban sus amigos— era un “titán”.
Era el más joven de mis bailarines —27 años—, una de las jóvenes promesas de la danza nacional, en su mejor momento para saltar a una carrera internacional en la que hubiese sido seguramente una figura de altísimo nivel técnico y expresivo”.
Maximiliano había participado quince días antes en el Festival ATLAS.
Su fisicalidad, explica Johnny Millán, bailarín de Delfos Danza Contemporánea, “era algo pocas veces visto y que lo hacía destacar de forma contundente”. Esa fuerza física coincidía con lo que Córdova define —con voz entrecortada—, “con un ser humano, amoroso, gran capacidad de socializar y empatía. Su corporeidad era asombrosa y la controlaba a la perfección. Estaba centrado en la danza, no hacía otra cosa que bailar día y noche.”
Carlos Zamora, director de la agrupación Danza Joven de Sinaloa, donde Maximiliano era bailarín, canceló funciones. Dice en total desaliento: “Max era mi hermano. Se nos fue una leyenda, alguien grandioso en el foro. Y como vivimos en Sinaloa, justifican la muerte de él y de miles con un ‘por algo los mataron’”.