El escritor, paleógrafo y académico Baltazar Brito Guadarrama, presenta un libro en el que se muestra, en 22 láminas de papel amate, la migración de ese pueblo
Agencia Excélsior
Migración y éxodo mexica relatados en 22 láminas de papel amate. Eso es lo que muestra la Tira de la Peregrinación, también conocida como Códice Boturini, que es revisada y estudiada por el escritor, paleógrafo y académico Baltazar Brito Guadarrama, quien publica su más reciente libro de divulgación sobre este documento fundacional del pueblo mexicano.
Creemos que este códice nos da muchas luces sobre el camino que siguieron los mexicas, los lugares en los que se establecieron y el tiempo que permanecieron en cada sitio, hasta que se instalaron y fundaron lo que hoy conocemos como México”, dice a Excélsior Brito Guadarrama.
El volumen, publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y el INAH, también da cuenta del inseparable binomio mítico histórico del códice que abarca cerca de 200 años y los secretos que aún guarda, como la ubicación de Aztlán y del Culhuacán mítico, así como el derrotero de los pueblos que caminaron junto a los mexicas.
Sin embargo, “esta pieza de papel amate reviste una gran importancia porque, como puede verse hasta la actualidad, la gente migra por diversas circunstancias en busca de una vida mejor y, como se puede ver en este códice, así sucedió en 1168, aproximadamente, cuando los mexicas iniciaron una peregrinación importante que tuvo como finalidad buscar mejores derroteros en la vida del pueblo”, explica el experto.
Creo que el darlo a conocer en esta versión accesible y popular, y presentar diversos puntos de vista sobre éste siempre resultará enriquecedor y novedoso para que las nuevas generaciones puedan comprender el origen del país en que viven”, añade.
¿Qué trayecto abarca el códice? “Desde la salida del (mítico) Aztlán hasta un poco antes de la fundación de México-Tenochtitlan, en especial hasta donde los mexicas eran mercenarios y atacaban diversos lugares como fuerzas importantes del señor de Culhuacán”.
¿Qué nos dice de sus autores? “En el mundo náhuatl, los tlacuilos eran los especialistas de la escritura, quienes al no tener un alfabeto empleaban imágenes, así que debían conocer tanto los instrumentos de trabajo como el soporte (el amate) y debían tener la capacidad de concebir la historia a contar para luego plasmarla en su escritura. Desafortunadamente no conocemos sus nombres”.
Otro de los aspectos que destaca Brito es el binomio mítico-histórico que se aprecia en el documento. “Como en todas las historias, al ser muy antiguas, se pierden en el tiempo, ya que fueron transmitidas por tradición oral y no sabemos dónde termina lo mítico y empieza lo histórico, como sucede con (el relato de) Moisés”, tal como se aprecia en este códice, cuando Huitzilopochtli les indica la dirección y el tiempo que deben permanecer en un sitio, incluso cuando les dice que ya no serán aztecas, sino mexicas.
En las primeras cinco láminas la parte mítica y la histórica se fusionan. No sabemos dónde está Aztlán ni si existe o formó parte de un mito. Aunque después de la quinta lámina desaparece lo mítico y el relato se torna histórico, ya que los lugares y los hechos son reconocibles”, apunta.
¿Cuántos años abarca este códice? “Cerca de 190 años, si contamos que salen (de Aztlán) en 1168, es decir, no se trató de un viaje de unas décadas, sino todo un proceso cargado de un simbolismo sagrado”.
La Tira de la Peregrinación, cuya lectura se realiza de izquierda a derecha, incluye su llegada a Chapultepec, donde Coxcoxtli, señor de Culhuacán, se valió de ellos en la guerra contra los xochimilcas, aunque se dice que está inconcluso en la lámina 22, dado que no retrata la fundación de México-Tenochtitlán.
Por último, habla sobre la importancia de llamar a este documento por el nombre que le da sentido. “Debe llamarse Tira de la Peregrinación mexica, porque ese es su contenido, porque es necesario darle el justo valor al pueblo que lo pensó y lo plasmó. Me parece extraño que la mayoría de códices que están en Europa reciban el nombre del poseedor, del coleccionista o del lugar donde está, como sucede con el nombre de Códice Boturini, en honor a Lorenzo Boturini”, concluye.