lunes, noviembre 25, 2024

Regatear en La Lagunilla; inauguran exposición de Juan Pablo Cardona

El artista abre la muestra con la imagen de una joven vestida de novia que vendió la prenda para comprar cerveza

Agencia Excélsior

Un domingo de 2018 el fotógrafo mexicano Juan Pablo Cardona descubrió a una joven mujer que iba vestida de novia, mientras recorría el tianguis de La Lagunilla, en la Ciudad de México. Él se acercó a la joven y le preguntó por qué iba vestida así. Ella le respondió que aquella prenda representaba los tres peores meses de su vida, así que lo llevaba puesto para venderlo y con el dinero que recibiera se compraría una cerveza.

El fotógrafo quedó sorprendido y le dijo que él compraría el vestido y que le permitiera hacer unas fotografías. Así nació la imagen que abre la exposición Lagunilla. Los escenarios del gran regateo, que ayer se inauguró en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF), junto con otras 48 instantáneas que cuentan la exploración del artista visual durante casi una década de trabajo.

La muestra es interesante porque Juan Pablo ha realizado un trabajo de campo al acudir a La Lagunilla, domingo a domingo, durante varios años. Ahí ya es reconocido por los marchantes y por mucha gente”, dice a Excélsior Lizbeth Ramírez Chávez, directora del MAF. Mientras tanto, el fotógrafo ha encontrado en esa revisión de campo “tapar muchos vacíos (de su memoria)”, así que, al ver esta selección, desde el museo, es posible comprender que acudir a La Lagunilla es una visita obligada”.

Cuando uno va a La Lagunilla, explica Lizbeth Ramírez, es posible ver todo ese barroquismo que le otorgan los objetos, los personajes y la atmósfera, en la cual Cardona “se interna para traernos historias padrísimas; son 49 fotografías en impresión digital sobre papel algodón y cuando él me presenta el proyecto me entusiasmé, porque la Lagunilla es México”.

Y cuando se asegura que La Lagunilla es México, no exagera, porque durante mucho tiempo ha sido el epicentro de marchantes, coleccionistas y curiosos que valoran el peso de la historia y de la memoria. Quizá por esto, en el texto curatorial se explica que este proyecto “se enfoca en documentar la relevancia del tiempo y el apego a la materia, representados por objetos, naturalezas muertas, paisajes urbanos y personajes que allí gravitan”.

Todo esto, abunda la curadora, “forma parte de ese interés generado por la melancolía de crear nuevas historias que reviven la energía de vidas pasadas, de dueños y sueños en las memorias de ayer y hoy. Además de ser un testimonio documental, este proyecto es una búsqueda personal de la pérdida, la ausencia y el olvido”.

¿Qué significa para usted La Lagunilla? “Es un escenario que forma parte de nacionales, extranjeros. La narrativa visual de Cardona, realizada en blanco y negro, nos acerca a personajes y objetos de ese escenario vivo, que transmite todo tipo imágenes, incluso con un toque de realismo mágico”, comenta.

Así que vamos a encontrar a diferentes públicos en esta atmósfera llena de barroquismo, con fotos llenas de maletas, cuadros, muebles antiguos, juguetes, niños, marchantes e historias de cuando estuvo ahí. Una que me gustó mucho y que abre la exposición es La novia Perla”, apunta Ramírez.

Esta imagen fue tomada en diciembre de 2018, aunque también será posible encontrar otras narrativas y paisajes, como el vendedor de tarántulas, la reproducción de una Mona Lisa que fuma mariguana, un vendedor de quesos, un niño que toca el piano en una bodega, tatuadores, personajes punk, casas de muñecas, tiendas de LP y antigüedades de
todo tipo.

¿Las fotografías expuestas fueron modificadas digitalmente? “Es impresión digital, pero se pidió que no se modificara la imagen. De hecho, verás los tonos de los claroscuros e, incluso, algunas fotografías quedaron un poco oscuras, pero preferí que fuera así.

Juan Pablo Cardona es un joven fotógrafo que estudió diseño industrial en la Universidad Anáhuac, trabajó en la Secretaría de Relaciones Exteriores y viajó a Atlanta para incorporarse a un nuevo trabajo, el cual no se concretó al llegar. Decidido a quedarse, empezó a trabajar en una tienda de textiles, como su familia, y meses después el dueño de la empresa le sugirió ayudar a su hijo a tomar fotografías.