“Expira el régimen de la Revolución y comienza la alternancia”, publicó Excélsior en su portada del 1 de diciembre del 2000, en la antesala de la toma de protesta del panista como primer mandatario
Agencia Excélsior
El proceso electoral del 2 de julio del 2000 cambió el rumbo de la democracia en México al romper con más de 70 años de supremacía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder. El candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Vicente Fox Quesada, se llevó el triunfo con casi 7 puntos de ventaja sobre su principal contrincante, el priista Francisco Labastida Ochoa.
LLEGA ‘EL CAMBIO’
El histórico triunfo del panismo sobre el partido dominante se coronó con la llegada a la silla presidencial de quien se había desempeñado como gobernador de Guanajuato.
Horas antes de rendir protesta, Fox acudió a la Basílica de Guadalupe con la finalidad de elevar plegarias para que “le vaya bien a México”, según mencionó el propio político guanajuatense. Además, participó en un desayuno con niños sin hogar en la zona de la Lagunilla de la capital del país.
La sesión del Congreso General se instaló con una alta afluencia de invitados del ámbito político nacional e internacional. Al ingresar, el todavía en ese momento presidente electo saludó a los presentes con la “V” de la victoria en todo lo alto.
Fox Quesada asumió la Presidencia de México, poniendo fin a siete décadas de dominio del PRI al frente del Poder Ejecutivo. La ceremonia se celebró en el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde Fox juró el cargo y pronunció un discurso en el que prometió impulsar cambios profundos en el país.
En su primer mensaje a la nación, ya ceñido con la banda presidencial, destacó la importancia de la alternancia en el poder y se comprometió a trabajar por la justicia social y el desarrollo económico. “Hoy comienza una nueva era para México”, señaló.
Por otro lado, el nuevo jefe del Estado mexicano prometió no concentrar el poder en la figura del presidente, sino establecer un marco de acción mediante la intervención de diferentes fuerzas políticas ligadas a la Administración Pública. Buscando con ello un equilibrio del poder, así como asegurar el estado de derecho pleno.
Al día siguiente, Fox sostuvo una reunión a puerta cerrada en Palacio Nacional con su homólogo cubano, Fidel Castro. El dialogo se centró en el fortalecimiento de la política interna, así como de las relaciones bilaterales. Durante el encuentro, Castro fue declarado huésped distinguido de la ciudad